En una semana, la mayoría de los 25 marrajeros de Carboneras han agotado la cuota agregada de 200 toneladas que le asigna, por obra y gracia, la Comisión Internacional del Atún Rojo (ICCAT), el sanedrín de sabios que tiene el poder de decidir sobre la vida de los habitantes de un pequeño pueblo almeriense de marengos.
No hay más cera que la que arde y los armadores, los marineros, los remitentes, el basculista, el personal de administración de la Cofradía y de la Asociación de Armadores Carbopesca, se tienen que quedar a verlas venir.
Los atunes, mientras tanto- mientras los hombres de la mar crían barriga sentados en las tertulias de los bares- se salen del agua por sobrepoblación y devoran hambrientos los cebos vivos de otras especies y los bancos de boquerones y jureles.
Es la consecuencia, según los que conocen este gremio como el propio alcalde de Carboneras Salvador Hernández, como el secretario de la Cofradía de Pescadores, Simón Pérez, de que en Bruselas se legisla sobre el sector pesquero que afecta a Almería sin conocer muy bien lo que significa pescar artesanalmente con anzuelo. Cómo es posible, se pregunta el gremio, que se pongan tantas trabas para pescar un pelágico del que está comprobado científicamente que hay sobrepoblación. Carboneras vive de la pesca del atún y del pez espada desde hace más de cien años, pero cada vez se hace más difícil la supervivencia para las más de 200 familias de palangreros que quedan en el pueblo, que se enrolan en barcos como Enrique el Gato, El Nuevo Taconeo, El Joaquina y Antonio o el Beatriz y Pedro.
La pasada semana se desembarcaron en el puerto que inauguró el Rey emérito, hace ahora un cuarto de siglo, casi 50.000 kilos de este pelágico de carne roja como una muleta taurina por la que suspiran los japoneses. Es solo una parte, puesto que otros ejemplares de un centenar de kilos se tienen que devolver al mar para no superar la cuota y evitar sanción. El palangre es una pesca selectiva, con anzuelo, cuyos aparejos en brazadas de tripagato se calan de madrugada con carnada de lecha o de pota, y se recogen después de ocho o diez horas. Si hay luna, el atún sale más a alta mar y en noches oscuras se abriga más a la costa.
La flota palangrera de Carboneras es la primera de todo el Mediterráneo por el número de barcos, 25, pero solo tienen asignada una cuota del 13,5% del total de capturas, frente a seis barcos de cerco de Cataluña que tienen derechos de captura sobre más del 28% de la asignación para España. Este tipo de barcos cerqueros también realizan labores de preengorde en jaulas que no cuenta para la cuota.
El jabugo de los japoneses
Los barcos carboneros llevaban varios años sin pescar atún, por el escaso número de kilos asignados, vendiendo la cuota a empresas comercializadoras catalanas como Balfegó que la venden a su vez a precio de oro a los mercados mayoristas japoneses para consumir la carne del pescado en crudo (sashimi).
El atún de palangre, de hasta 200 kilos de peso, al sufrir menos que el capturado en red, es más apreciado por los consumidores nipones al ser más roja su carne.
Los armadores de Carboneras vienen pidiendo desde hace años cuotas separadas para pesca artesanal e industrial sin que se haya atendido, por ahora, su petición.
Ahora, a los marineros no les queda nada más que esperar a que empiece la temporada de otro pelágico, el pez espada, tras San Antonio bendito, especie menos cotizada que el atún, y sobre la que las autoridades europeas también quieren imponer cuota.
El subdelegado irá a Carboneras
El subdelegado del Gobierno Andrés García Lorca ha confirmado que mañana viajará a Carboneras para reunirse con el alcalde y con los miembros de la Cofradía y de la Asociación de Armadores Carbopesca para oír y trasladar sus reinvidicaciones al Gobierno.
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