Hace algo más de diez días, Encarna Navarro, una agricultora de Adra, se dirigió a la sucursal de Unicaja que hay en el centro de la localidad para sacar dinero. Quería retirar 250 euros. Al devolverle el cajero la libreta actualizada, la mujer vio en el extracto que el banco le había desquitado el cobro de un seguro y entró algo ofuscada en la sucursal a hablar con uno de los responsables. Los billetes que había sacado se quedaron ahí, en la rendija del cajero, que volvió a ‘engullir’ el dinero pasados unos minutos.
Después de Encarna, el siguiente en usar el cajero fue un joven llamado Cristian, que sacó su dinero y que recibió de golpe los 250 euros que la mujer había olvidado. El chico, con prisa porque ese mismo día salía de viaje a Barcelona a visitar a su madre, se llevó todos los billetes y pensó en regresar al banco una vez que estuviera de vuelta en Adra, en el plazo de unos pocos días.
Aquella mañana era jueves. Al día siguiente, según le dijeron a Encarna en la sucursal, el banco haría recuento de todo el dinero del cajero y si sus 250 euros seguían allí, se pondría en contacto con ella de inmediato. Pero la mujer, que se pasó pendiente del móvil todo el día, no recibió ninguna llamada del banco y el lunes se fue a poner una denuncia ante la Guardia Civil. Los agentes le dijeron que era la mejor manera de hacerlo, porque con la denuncia por delante ellos podían pedir los vídeos de las cámaras de seguridad y comprobar quién se había llevado su dinero.
Hasta Facebook
Su empeño por recuperar lo perdido le llevó también a escribir su historia en Facebook, en una página con muchos seguidores en el municipio que se llama “No eres de Adra si no...”. Allí Encarna contó cómo había perdido los 250 euros que tantos disgustos le estaban dando y que había sacado ese día para pagar el recibo de la luz.
La historia se compartió decenas de veces hasta que llegó a oídos de Cristian, que volvía de Barcelona a Adra y que se reconoció como uno de los protagonistas involuntarios de la historia. Lo curioso del caso es que Cristian es amigo desde la infancia de una de las hijas de Encarna y nada más llegar al pueblo se puso en contacto con ella. “Encarna, cómo no te voy a dar el dinero si para mí eres como una segunda madre”, le dijo el chico.
“Podía haber sido cualquiera y quién sabe si mi madre hubiera vuelto a ver esos 250 euros que tanta falta le hacían, pero ha tenido la gran suerte de que ha sido una persona que es como de mi familia”, contó ayer a este periódico Jessica, otra de las hijas de la mujer, que nada más hablar con el joven y recibir el dinero, retiró la denuncia, contenta con el resultado que, esta vez, tuvo la difusión de su historia por la red social.
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