El complejo de los hornos de azufre del paraje Las Balsas de Gádor es un ejemplo del pasado industrial ligado a la minería que existe en la provincia. Y, según lo que denuncia Acción por Almería, otro ejemplo del abandono que sufre el patrimonio histórico almeriense.
Esta asociación cultural y reivindicativa advierte de que “un nuevo Bien de Interés Cultural (BIC) podría encontrarse amenazado, en este caso los hornos de azufre ubicados en el paraje de Las Balsas de Gádor”.
El colectivo ha realizado una serie fotográfica en la que se puede apreciar el riesgo que puede llevar a sufrir este BIC debido a la explotación de las canteras de áridos gestionadas por una empresa instalada en la zona, debido a la proximidad de éstas con los conocidos hornos de azufre del Bajo Andarax.
Escombrera
En las instantáneas recopiladas por ‘Acción por Almería’ se puede observar cómo, por ejemplo, existe una escombrera de rocas que baja desde lo alto de una colina “acercándose peligrosamente a los restos de las antiguas instalaciones metalúrgicas”, insisten desde la asociación.
Es más, según denuncian públicamente desde este colectivo, algunos de estos “grandes bloques, ya han rodado por la ladera, presumiblemente a consecuencia de las voladuras efectuadas”.
De esta forma, ‘Acción por Almería’ ha reclamado a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y al Ayuntamiento de Gádor, como las dos administraciones competentes en este caso, que actúen ante esta “nueva amenaza”, adoptando las medidas correctoras que sean pertinentes “antes de que sea demasiado tarde”.
Catálogo andaluz
Mario López, socio de ‘Acción por Almería’, ha recordado que la totalidad del complejo de los hornos de azufre se encuentra protegido desde que fue inscrito en el Catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz junto a otros 43 inmuebles pertenecientes al patrimonio industrial y relacionados con la minería almeriense de los siglos XIX y XX, por resolución de la Dirección General de Bienes Culturales, con fecha de 7 de enero de 2004.
López teme, no obstante, que dicha protección pueda convertirse en un “papel mojado” y apunta que “la extensión de las canteras amenaza” a este complejo compuesto por tres baterías independientes de ocho hornos de forma circular cada una.
Debido a la extrañeza del azufre en el entorno geológico de la provincia, su exsitencia no fue descubierta hasta aproximadamente 1870 gracias a un hecho fortuito: la lumbre de un pastor provocó que prendieran las piedras amarillentas que había junto a la hoguera. El casual descubrimiento de la existencia de azufre en la zona impulsó una importante y prolongada actividad extractiva cuya punta de lanza se ubicó, precisamente, en el paraje de Las Balsas de Gádor, a través de las concesiones denominadas ‘La Familia’ y ‘La Gracia’. Posteriormente, esta actividad se extendería hasta la vecina Benahadux.
Uso en los parrales
López subraya que, a pesar de que el consumo de este azufre fue principalmente local -con especial incidencia en los parrales de la provincia-, se perforaron numerosos pozos y galerías, además de construirse “costosas” instalaciones de desagüe, extracción y beneficio. Junto al azufre nativo (puro), se explotaron otros minerales, como alunita y calafatita, de la que se extraía sulfato potásico, alúmina y ácido sulfúrico.
Mario López recuerda que “los beneficios fueron cuantiosos, desarrollándose un pequeño núcleo de población que llegó a albergar a unas mil personas”, defiende López, quien añade que la producción “alcanzó sus niveles máximos entre 1883 y 1893, llegándose a exportar una parte en forma de ácido sulfúrico”.
“El ocaso vino aparejado con el agotamiento de los filones, agravado por los rudimentarios métodos de laboreo y el afloramiento de aguas subterráneas”, concluye este experto.
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