La costa veratense está repleta de urbanizaciones residenciales, semidesiertas en invierno y llenas de bulliciosa actividad cuando llega el verano. Natura World es una de ellas. Situada junto al hotel naturista, cuenta con 495 viviendas, dos comunidades de vecinos distintas y una guerra abierta entre ellas.
Durante años, nudistas y textiles han convivido sin excesivos problemas, más allá de la batalla legal en la que quieren dirimir qué comunidad es la legítima. Sin embargo, desde hace unos meses, “ir a pasar unos días de tranquilidad allí se ha convertido en una pesadilla”, como cuentan a LA VOZ varios de los vecinos de la comunidad Avenida de Tarragona 3.
Lo primero que llama la atención al entrar a la gigantesca urbanización es el estado de abandono de dos de sus piscinas. Medio vacías, con el agua entre verde y marrón y un cartel que indica que el agua está en mal estado, por lo que se prohíbe bañarse.
“El año pasado, en mayo, teníamos abiertas las cuatro piscinas, aptas para el baño”, aseguran los vecinos que nos enseñan las instalaciones. Sin embargo, según cuentan, desde que en noviembre cogió el mando de la gestión la comunidad de vecinos Natura World, “han dejado perder las depuradoras, afectadas por las lluvias”. Como consecuencia, durante el puente de mayo no hubo piscinas abiertas.
Batalla legal
Las dos comunidades de vecinos, una pro nudistas y otra que defiende los intereses de los textiles, llevan años en los juzgados, donde se acusan de haberse constituido de forma ilegal. El 25 de julio de 2016, una sentencia del Juzgado número 1 de Vera falló a favor de la comunidad naturista, declarando la nulidad y disolución de la Comunidad Avenida de Tarragona. No obstante, la sentencia no es firme y ya ha sido recurrida por los vecinos textiles, que acusan a los nudistas de haber “asaltado” el poder en la urbanización. “Es una sentencia declarativa, no condenatoria”, explican los textiles. Por lo tanto, según declaran, no pueden ejecutarla mientras no se resuelva el recurso.
Desnudos
Desde hace unos meses, los naturistas (que son una minoría de un 20%, según los datos ofrecidos por los textiles) han tomado el control de la comunidad. “Nos prohíben acceder a la piscina con bañador, incluso con seguridad privada que contrataron y que querían obligar a los niños a desnudarse”, explican. Todo ello ha sido denunciado.
LA VOZ ha podido hablar con varios vecinos, todos ellos defienden los derechos de los textiles, aunque ellos mismos practiquen nudismo. “Los estatutos que se aprobaron en la comunidad, donde se establece como naturista, no están registrados, ni cumplen la legalidad, pues no se hizo por unanimidad y van contra la Constitución”, dicen.
Por otra parte, la nueva comunidad “ha impuesto cuotas arbitrarias”, lamentan, “pusieron cámaras de seguridad, incluso en la vía pública, y han puesto candados y barras de metal en las puertas, sin darnos llaves”.
Ante esta situación, confiesan que muchos han pensado en vender sus viviendas, pero no lo harán porque sería darse por vencidos. “Al final el juzgado nos dará la razón”, dicen esperanzados.
“Nadie me va a quitar el bañador”
Los vecinos textiles denuncian acoso por parte de los nudistas. “A veces han entrado grupos de personas a la urbanización a increpar a los más débiles por ir con bañador”, denuncian. Hablan incluso de un caso en que “a unas personas mayores le dijeron que tenían que desnudarse estando en el propio jardín de su vivienda”.
No obstante, se muestran de acuerdo con la filosofía naturista, “pero el nudismo es una práctica libre, la Constitución nos ampara y a mí nadie me va a quitar el bañador”.
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