Hoy, coincidiendo con el inicio del curso escolar, abre sus puertas el aula educativa del Hospital de Poniente. Su profesora, Mercedes Ortiz, no puede contener su desbordante entusiasmo por comenzar con unas clases en las que los besos, las sonrisas y los te quieros ayudan a mejorar el estado anímico y físico de los niños que están ingresados por alguna dolencia.
Los centros hospitalarios andaluces cuentan con este tipo de aulas escolares en sus propias instalaciones, a través de un acuerdo con la consejería de Educación de la Junta de Andalucía, con el objetivo de ofrecer un recurso educativo, sanitario y social imprescindible para aliviar el ingreso en los hospitales a menores enfermos.
En el caso del Hospital de Poniente, la clase escolar funciona desde año 2007 y desde 2015 está bajo los mandos de Mercedes, una profesora y psicopedagoga que afronta su trabajo con mucha ilusión, asegurando que “si tu corazón y tu mente están felices, esa felicidad pueda llegar al corazón de los demás”.
Así, cada día Mercedes atiende a una media de unos siete alumnos de entre 3 y 14 años cuya estancia en el centro hospitalario suele ser de tan solo unos días porque no tienen ingresos de niños con dolencias crónicas que son tratados en la capital.
Escuela de Paz
El aula de Mercedes refleja a la perfección su personalidad: está llena de luz, color y positividad.
En esta Escuela de Paz, tal y como la define la profesora, se adaptan cada día los contenidos tradicionales del sistema educativo andaluz a las necesidades de los alumnos, en función de la edad o condiciones de salud. Cada mañana, ella pasa por cada una de las habitaciones y muestra las fichas y opciones que tienen en el aula para que se animen a ir y no lo vean como algo aburrido. “Es básico recordar que los niños están ahí por alguna dolencia y tenemos que hacerles la vida un poquito mejor y más feliz”, señala Mercedes.
En las clases abordan la comprensión oral, escrita, el vocabulario y se tratan aspectos didácticos y pedagógicos. Pero también, se hacen manualidades, juegos, cuenta cuentos o marionetas con el objetivo de entretener, divertir y conseguir que salgan de la rutina del ingreso.
Otro rasgo fundamental de las clases de Mercedes es que se trabaja desde la inteligencia emocional porque “en estos casos es fundamental tener la mente sana”, indica. De ahí surgió la idea de hacer actividades en las que consiguen arrancar abrazos y te quieros a los niños enfermos.
Educar en valores
En las clases también están presentes los padres que “participan igual o más que sus hijos en todos los talleres”, apostilla la maestra. Y es que el aula hospitalaria también se convierte en una vía de escape para los progenitores que pasan las 24 horas del día junto a sus hijos sobrellevando con ellos la enfermedad.
Mercedes detalla que con ellos también trabaja la salud emocional y la cultura de paz para que puedan mantener un juicio positivo.
Sin duda, si algo desprende Mercedes con sus clases es la educación en valores: contagia generosidad, simpatía, esfuerzo, creatividad, sacrificio, talento y, sobre todo, ganas de vivir.
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