Nuevos casos de gatos envenenados en Garrucha

La presidenta de la Asociación Animalista ELEOS ha denunciado dos nuevos casos de envenenamiento en la Calle Pescador de Garrucha, donde a principios del mes pasado y tras recibir un aviso de los vecinos, los miembros de la asociación encontraron a varios gatos muertos que se habían despellejado tras quedar atrapados en trampas con pegamento y a otros tantos que presentaban este mismo tipo de herida, a los cuales llevaron al veterinario.

En esta ocasión, según afirmó María Presa, unos vecinos encontraron un gato moribundo, tras lo cual alertaron a la asociación, cuyos miembros lo llevaron al veterinario sin que se pudiera evitar su muerte.  La presidenta de la asociación explicó que hay sospechas de que a este gato se le haya podido administrar matarratas, un veneno que, según explicó el veterinario, encajaría con los síntomas que presentaba el animal, que sangraba por la boca. 

Asimismo, al poco tiempo, también se halló otro felino muerto en las inmediaciones de la calle Pescador que “carecía de heridas o síntomas” de una muerte violenta, pudiendo haber sido víctima del mismo tipo de veneno. Tras la denuncia presentada el mes pasado por la asociación, el Servicio de Protección de la  Naturaleza de la Guardia Civil inició una investigación que sigue abierta con el objetivo de esclarecer las muertes de los felinos.

Aunque aún no se ha encontrado al responsable, los investigadores de la Guardia Civil descubrieron en su día que también había gatos con lesiones que “podrían haber sido producidas por cepos” en la misma calle. Desde la asociación, además, incidieron en el hecho de que, al no haberse encontrado cepos ni restos de pegamento en la calle, era bastante probable que las trampas hubieran sido colocadas “en el interior de la parcela de algún vecino”.

Sospechoso

Estas sospechas cuadraban además con las declaraciones de varios vecinos, que señalaron a un residente de esta calle como el principal sospechoso de estos delitos, si bien se negaron a presentar denuncia, por lo que no se le pudo acusar al carecer de pruebas. “Esto es un pueblo, aquí todo el mundo se conoce pero nadie dice nada. Las relaciones personales son muy fuertes”, explica María.