Los daños económicos que la pandemia sanitaria del Coronavirus está dejando a lo largo y ancho del mundo son más que obvios a estas alturas. Este contexto sanitario está cambiado algunos hábitos que también afectan al turismo, aunque no siempre de forma negativa.
En los últimos meses muchas personas han decidido suspender o posponer sus tradicionales vacaciones en lugares más o menos masificados o que son un destino referente del turismo denominado de ‘sol y playa’ para inclinarse por emplazamientos más aislados o más desconocidos para sus vacaciones. Una muestra de este cambio de preferencia son los números que han logrado los alojamientos turísticos del Valle del Almanzora este verano.
Según el presidente de la Asociación de Empresarios Turísticos del Almanzora la comarca ha contado estos meses estivales “con una alta demanda” en sus “alojamientos rurales” que aún a día de hoy “siguen manteniendo”. Los números, comparados con años anteriores, no sólo se han mantenido sino que han aumentado. “Incluso hemos tenido más afluencia este verano que e laño anterior”, resume Pérez.
Es cierto que esta situación no es equiparable a otros sectores o negocios, aunque estén estrechamente vinculados al turismo, como ocurre con la restauración. En el caso de las cafeterías, bares y restaurantes, el presidente de la asociación empresarial reconoce que el nivel de reservas es “bastante bajo comparado con el que había antes de la pandemia” aunque la mayoría de estos establecimientos siguen funcionando y sobrellevando la difícil situación a la que se enfrentan.
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