La llamada España vaciada se está tomando un pequeño respiro en los datos de pérdida de habitantes y cierre de servicios a raíz de la pandemia del coronavirus. El miedo a un posible contagio está provocando que muchas familias se muden a pueblos, dando una segunda vida a los colegios rurales. Según datos de la Delegación Territorial de Educación a los que ha tenido acceso LA VOZ, en la provincia de Almería los CPR han incorporado este curso once nuevas aulas y 162 alumnos.
En total, 2.310 niños han iniciado las clases en alguno de los 17 colegios rurales con los que cuenta la provincia frente a los 2.148 que lo hicieron en el curso 2019/2020. El número de aulas ha crecido hasta 217 frente a las 206 de hace un año. En este sentido, destacan casos como el del CPR ‘Valle de Andarax’, en Instinción, que ha pasado de tener nueve a doce aulas y de 84 a 107 alumnos.
Tal y como apunta el delegado de Educación, Deporte, Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Antonio Jiménez, muchas familias almerienses han reestructurado su domicilio a causa de la crisis sanitaria y, bien porque están teletrabajando, bien porque tienen cerca pueblos pequeños, han decidido trasladarse viendo que en estas localidades pueden vivir en una casa con jardín y espacios para el ocio ante un hipotético confinamiento.
“También han visto que en los pueblos el nivel de contagio es más bajo y servicios como la enseñanza, más personalizados con profesores especialistas y una educación de gran calidad”, añade Jiménez, quien se muestra orgulloso de que los pueblos de la provincia se vuelvan a poblar.
Este hecho ha motivado que colegios rurales que en cursos anteriores apenas habían registrado matriculaciones e incluso se habían visto obligados a cerrar sus puertas, las han reabierto para recibir a nuevos estudiantes. “De hecho, hay CPR rurales que nos están pidiendo ampliar zonas que no estaban usando para habilitar aulas”, señala el delegado territorial.
Entre ellos está el ‘Otero Novas’ de Tahal, perteneciente al CPR Filabres, que el curso pasado tuvo que cerrar su única aula obligando a algunas familias a que sus hijos hiciesen hasta 50 kilómetros diarios para ir al colegio. Este año el centro se ha reencontrado al fin con los estudiantes.
También han cobrado más vida que nunca las clases y los pasillos del CPR ‘Alhfil’, de Turrillas, que ha visto cómo sus cuatro aulas se convertían en seis y sus 23 alumnos escalaban hasta los 63.
Este incremento también se debe -señala el delegado de Educación- al hecho de que su equipo directivo ha apostado por una metología de enseñanza innovadora.
Según explica a este periódico la maestra Marina Mestanza, la mayoría de las nuevas familias que han llegado a la sede de este centro en Lucainena han ido atraídas por la “renovación pedagógica, que tiene como punto más importante la transformación en comunidad de aprendizaje y la combinación del aprendizaje basado en proyectos con la pedagogía Montessori”.
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