Almería ostenta el triste récord de estar pulverizando, casi a diario, su propia cifra tope de contagios. Con una tasa de 956 positivos por cada 100.000 habitantes en la provincia y de 951 en la capital -es decir, rozando la línea roja de mil que conlleva el cierre de bares y de comercios no esenciales-, este jueves se han registrado otros 704 nuevos casos, 27 hospitalizaciones y dos fallecidos.
Con estos datos sobre la mesa no es de extrañar que el subdirector del Hospital Universitario Torrecárdenas, Felipe Cañadas, haya lanzado el mensaje de que están preocupados pero preparados, ya que el centro tiene capacidad para atender a los pacientes con covid y también a los pacientes con otras patologías. De ahí que hayan reestructurado el hospital para garantizar la seguridad de profesionales y enfermos. “Distancia física, uso siempre de mascarilla e higiene de mano”, ha repetido como una letanía. Eso a la espera de que avance la vacunación, que "es una inyección de moral y de esperanza”.
Sin embargo, existe una Almería que vive ajena a la pandemia, que no a las medidas para contenerla. Pueblos pequeños como Alcudia, Alicún, Benitagla, Chercos, Laroya, Paterna del Río, Senés, Suflí o Velefique que bien podrían colgar a su entrada el cartel de ‘municipio libre de covid’. Una parte de la provincia -la que podríamos denominar la Almería vaciada- que cruza los dedos para seguir escapando del “tsunami” de contagios al que se refería el consejero de Salud de la Junta, Jesús Aguirre.
Uno de esos pueblos con cero casos es Laroya, cuya población no llega a los 200 habitantes. Su alcaldesa, Dolores Moreno, reconocía esta mañana en SER Almería que no hay secretos para mantenerse al margen de contagios porque “hoy estás bien y mañana ves a alguien que viene de otro lado y ya no lo estás”. “Este bicho es tan malo que uno no puede bajar la guardia”, se lamentaba.
“No sé por qué estamos así”, alegaba la edil de esta municipio ubicado entre los Filabres y la castigada comarca del Almanzora. Aunque acto seguido señalaba que una de las vías de comunicación que le está ayudando a mantener la calma durante esta pandemia es el WhatsApp, a través del que se comunica con todos los vecinos de Laroya gracias a una lista de difusión. “Como es un pueblo pequeño, yo mando un mensaje para ver cómo están los vecinos e incluso gente de aquí que emigró a Barcelona o a Francia, pero que quiere estar al día de las noticias, y ya respiro tranquila”.
Tecnología del siglo XXI que se alía con la gente de los pueblos más pequeños para brindar compañía en unos tiempos en los que no salir de casa te puede salvar la vida.
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