Si hay un sector clave y estratégico en nuestras sociedades ese es, sin duda, el de la alimentación ya que hay cosas que pueden ser más o menos prescindibles pero los alimentos son vitales para nuestra supervivencia. Y ese papel crucial se puso más si cabe de relieve durante los días más duros de un confinamiento donde el intenso trabajo del sector hortofrutícola dio lugar a que no faltaran alimentos frescos en las despensas de toda una Europa confinada.
Y una de las personas protagonistas de ese gran esfuerzo colectivo es Tíscar Quesada, quien con más de 20 años de experiencia trabajando en el sector del manipulado en la comarca del Poniente no duda en afirmar que “nosotros ya sabíamos que, igual que los sanitarios y otras profesiones, había que estar. No podíamos quedarnos de brazos cruzados y parar el mundo. Sabíamos que no nos podíamos parar. Sabes que tienes que salir a trabajar indistintamente del miedo que puedas sentir o no”.
De entrada, en este sector ya están acostumbrados a llevar unos ritmos de trabajo y unos horarios que suelen diferir de los que podemos entender como convencionales. “Nuestras fiestas no son tantas fiestas porque sabemos que tenemos que servir productos. Pero eso forma parte de nuestro trabajo y así ha sido también en todo este tiempo de coronavirus”, indica.
Nuevos hábitos
El hecho de tener que compaginar la vida laboral con la familiar en los momentos más duros de la pandemia ha tenido una doble vertiente para Tíscar, quien reconoce que “el aislamiento no lo sentimos tanto porque salía a trabajar, hablaba con los compañeros y podías desahogarte”. Pero, por contra, también le ha obligado a adoptar otro tipo de hábitos. “Yo cuando entro en casa lo primero que hago es darle un beso a mi hijo o mi marido ya que suelo ser la última por el horario del manipulado. Pero tuve que empezar a ir con más cautela: lavado de manos, quitarme la ropa, la mascarilla... Pero sin obsesionarme”, confiesa.
No obstante, los cambios en la manera de abordar tanto las relaciones personales como las laborales han sido inevitables. Y en este último campo, el laboral, Quesada explica que “aparte de que la empresa ha puesto mamparas, hidroalcohólico, lavado de manos... Ha afectado en todo. Se ha ralentizado la producción ya que donde necesitabas a lo mejor 15 mujeres ahora hay unas separaciones que antes no las tenías que tener. Pero nos toca adaptarnos. Como a todos”.
En cualquier caso, si algo ha sacado en claro Tíscar Quesada de este año de COVID-19 es que “hay exprimir la vida y darle importancia a las cosas que la tienen. Y lo demás… todo pasa”.
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