María Medina
12:50 • 15 ene. 2012
La de Alonso es una historia de esperanza. Tiene 6 años y desde los tres meses está acostumbrado a médicos y tratamientos para combatir, en la medida de lo posible, un cáncer linfático. Durante su última visita médica, el oncólogo ofreció a su familia la opción de operar para tratar de quitar el linfoangioma que tiene entre el cuello y el hombro derecho. Sus padres se negaron.
Pensaron que los riesgos eran muchos y se agarraron a la esperanza de un tratamiento farmacológico novedoso. Se trata del OK-432 o Picibanil. Una medicación que hasta hace sólo unos meses se consideraba experimental y, por tanto, no contaba con la autorización sanitaria necesaria para ser administrada ni en España ni en el resto de Europa.
Su desesperanza fue creciendo en la medida que conocían, vía Internet, las curaciones o mejorías que el Picibanil ofrecía al otro lado del charco.
Campaña de ayuda
“En un pronto, decidimos que había que hacer algo y mi mujer Isabel y yo, lanzamos una campaña de solicitud de ayuda a través de Facebook”, reconocía hace unos días Benito López Fernández, padre de Alonso.
Buscaban ayuda económica para poder llevar a su hijo, el menor de tres, a Estados Unidos o México, donde habían contactado con asociaciones médicas y pacientes que habían pasado por situaciones similares a la de Alonso. “No hemos querido nunca hacer negocio. No buscamos nada para nosotros. Sólo queremos una solución”, se lamentaba López, que estaba dispuesto a entregar lo recaudado a una asociación contra el cáncer. No le ha dado tiempo porque apenas lanzaba la campaña un domingo, el viernes siguiente (el pasado día 13) recibía una buena noticia.
Con unos días de retraso, los Reyes Magos parece que finalmente han traído el regalo que esperaban en casa de Alonso, vecino de El Alquián.
El hospital Torrecárdenas les anunciaba el viernes que el medicamento que solicitaban, el OK-432, ya cuenta con las autorizaciones sanitarias necesarias y el centro hospitalario “no tiene inconveniente” en suministrárselo.
“Es una esperanza”, decía Isabel Fernández Yllacer, madre de Alonso que, aún así prefería mantener cierta dosis de cautela. “El próximo jueves 19 tenemos consulta con cirugía en Torrecárdenas y ahí se pondrán todas las posibilidades sobre la mesa”, apuntaba ayer.
Y es que, si bien se ha abierto una puerta a la esperanza de Alonso, es el especialista sanitario el que valorará exactamente su caso antes de dar el visto bueno a la administración del nuevo tratamiento farmacológico.
No obstante, tanto desde el centro sanitario como desde la familia de Alonso, se han mostrado “positivos” ante una posibilidad que hasta ahora no era contemplada por los médicos.
“Mientras un fármaco es experimental y no cuenta con la autorización sanitaria correspondiente, es imposible que pueda administrarse”, señalaban hace apenas una semana responsables del complejo hospitalario almeriense.
“Es un niño normal”
Alonso López Fernández lleva una vida normal, jalonada con visitas a dermatología, cirugía y oncología. Y no sólo en Almería, también en Francia. Tiene dos hermanos mayores, una de 12 y otro de 10 años y estudia primer curso de Educación Primaria. “Es un niño normal, con una vida normal, sólo que el tumor está ahí y conforme pasa el tiempo va creciendo”, asegura su padre, que apunta cómo, hasta la fecha, sólo se le ha tratado mediante la quemadura por hidrógeno.
Ahora cabe la posibilidad de que el año 2012 le ofrezca una alternativa: el fruto de la investigación médica. Algo en lo que confían muchos pacientes.
Pensaron que los riesgos eran muchos y se agarraron a la esperanza de un tratamiento farmacológico novedoso. Se trata del OK-432 o Picibanil. Una medicación que hasta hace sólo unos meses se consideraba experimental y, por tanto, no contaba con la autorización sanitaria necesaria para ser administrada ni en España ni en el resto de Europa.
Su desesperanza fue creciendo en la medida que conocían, vía Internet, las curaciones o mejorías que el Picibanil ofrecía al otro lado del charco.
Campaña de ayuda
“En un pronto, decidimos que había que hacer algo y mi mujer Isabel y yo, lanzamos una campaña de solicitud de ayuda a través de Facebook”, reconocía hace unos días Benito López Fernández, padre de Alonso.
Buscaban ayuda económica para poder llevar a su hijo, el menor de tres, a Estados Unidos o México, donde habían contactado con asociaciones médicas y pacientes que habían pasado por situaciones similares a la de Alonso. “No hemos querido nunca hacer negocio. No buscamos nada para nosotros. Sólo queremos una solución”, se lamentaba López, que estaba dispuesto a entregar lo recaudado a una asociación contra el cáncer. No le ha dado tiempo porque apenas lanzaba la campaña un domingo, el viernes siguiente (el pasado día 13) recibía una buena noticia.
Con unos días de retraso, los Reyes Magos parece que finalmente han traído el regalo que esperaban en casa de Alonso, vecino de El Alquián.
El hospital Torrecárdenas les anunciaba el viernes que el medicamento que solicitaban, el OK-432, ya cuenta con las autorizaciones sanitarias necesarias y el centro hospitalario “no tiene inconveniente” en suministrárselo.
“Es una esperanza”, decía Isabel Fernández Yllacer, madre de Alonso que, aún así prefería mantener cierta dosis de cautela. “El próximo jueves 19 tenemos consulta con cirugía en Torrecárdenas y ahí se pondrán todas las posibilidades sobre la mesa”, apuntaba ayer.
Y es que, si bien se ha abierto una puerta a la esperanza de Alonso, es el especialista sanitario el que valorará exactamente su caso antes de dar el visto bueno a la administración del nuevo tratamiento farmacológico.
No obstante, tanto desde el centro sanitario como desde la familia de Alonso, se han mostrado “positivos” ante una posibilidad que hasta ahora no era contemplada por los médicos.
“Mientras un fármaco es experimental y no cuenta con la autorización sanitaria correspondiente, es imposible que pueda administrarse”, señalaban hace apenas una semana responsables del complejo hospitalario almeriense.
“Es un niño normal”
Alonso López Fernández lleva una vida normal, jalonada con visitas a dermatología, cirugía y oncología. Y no sólo en Almería, también en Francia. Tiene dos hermanos mayores, una de 12 y otro de 10 años y estudia primer curso de Educación Primaria. “Es un niño normal, con una vida normal, sólo que el tumor está ahí y conforme pasa el tiempo va creciendo”, asegura su padre, que apunta cómo, hasta la fecha, sólo se le ha tratado mediante la quemadura por hidrógeno.
Ahora cabe la posibilidad de que el año 2012 le ofrezca una alternativa: el fruto de la investigación médica. Algo en lo que confían muchos pacientes.
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