Manuel Leon
01:00 • 04 mar. 2012
Obras son amores, aunque, en estos caso, no haya justificadas razones: la provincia de Almería tiene también su particular nómina de instalaciones e infraestructuras, de promoción pública y privada, que han naufragado por la crisis, porque estuvieron mal calculadas o por una mezcla de las dos causas a la vez.
Desde la la aciaga tarde de 2008 de Lehman Brothers, inauguración oficial de la tristeza financiera, empezaron los responsables públicos y los empresarios privados de Almería a retraerse de sus proyectos faraónicos y ha echar el freno de mano.
Sin embargo, para esa fecha ya se había construido la autopista Cartagena-Vera, el particular aeropuertodecastellón almeriense que surca el levante provincial con solo un 30% del tráfico que se planeó en 2004.
La vía de alta velocidad, solitaria como el desierto de Tabernas, se ha tragado una inversión de 650 millones de euros y la sociedad concesionaria se encuentra al borde de la quiebra. Una cosa lleva a la otra y el frenazo inmobiliario en la costa entre Almería y Murcia ha alterado los ingresos previstos. Algunas urbanizaciones del Levante almeriense, en Mojácar y Vera, aparecen ahora como buques fantasmas sin uso apenas y con grandes viales, farolas, bancos y zonas recreativas y deportivas que nadie usa.
Es el caso de Las Salinas de Vera, promovida por Keymare, Playa Macenas, de Med Group o El Toyo de Almería, donde se ubican instalaciones como el edificio polivalente que acumula ya una historia de fracasos desde su inauguración en 2005 y que podría sobrevivir como Palacio de Congresos. Tampoco ha despegado la superficie comercial aún inédita y los hoteles, que cierran buena parte del año por falta de ocupación y de perspectivas de negocio.
Frente a la urgente necesidad de finalizar, de una vez por todas, la A-7, en obras casi desde los tiempos de Azorín en Diputación así como el AVE a Madrid y la conclusión de la Autovía del Almanzora, las infraestructuras logísticas de la provincia no han adquirido vuelo. Se trata de la inversión en el Muelle de Poniente para una terminal de contenedores. Después de sis años, la ampliación del Puerto sigue en el dique seco. Más de 80 hectáreas que ilusionaron a los almerienses pero que permanecen casi inéditas, a pesar de los tímidos intentos de la naviera israelí ZIM y de múltiples anuncios de líneas para productos hortícolas que no han cuajado.
Algo similar a lo ocurrido en el aeropuerto de Almería con una inversión ambiciosa en el edificio terminal para pasajeros que no ha crecido en la medida para la que fueron pronosticadas las obras.
También permanece desierta la flamante zona logística de 47.000 metros que gestiona Aena a través de Clesa.
Los múltiples intentos del operador aeroportuario de acercase a las empresas hortícolas para que usen esta nueva infraestructura han terminado en fracaso: el tomate, el pimiento, el pepino almeriense sigue saliendo por carretera.
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