Parque Natural

El cluedo de la cala San Pedro: quién es quién mientras el castillo se cae

Un propietario, un asentamiento de ‘hippies’, un turismo masivo y unos barqueros

Fotografía realizada en la cala San Pedro por Andrea Farnós.
Fotografía realizada en la cala San Pedro por Andrea Farnós. La Voz
Nazaret García
09:00 • 01 ago. 2022

"Coño, me ha costado dos euros la bolsa de patatas del Mercadona", alzaba la voz un hombre de mediana edad a su hijo mientras salía de comprarla en el bar ficticio de la Cala San Pedro para seguir disfrutando de sus aguas turquesas y arena dorada.



Julio y agosto, los peores meses de la época estival para ir a visitar esta pequeña playa recóndita de apenas 200 metros situada junto a Las Negras y en pleno corazón del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, la Cala San Pedro. A pesar de ello y entendiendo el turismo masivo como una cuestión casi imposible de resolver, familias y grupos de amigos no dudan ni por un segundo en trasladarse hasta el lugar. 



Dos formas de llegar: en lancha desde Las Negras, por un precio bastante asequible, cuyo trayecto no se extiende más de diez minutos; o caminando por un sendero de unos cinco kilómetros con una duración de poco más de una hora.



Teniendo como referencia este sábado 23 de julio, mínima era la gente que asomaba por el fin del camino descendiendo las escaleras de piedra. Obvio, sería la maldita ola de calor la que se convirtió en el aliciente para que muchos optaran por la zodiac. Unas 10 personas cada 20 minutos desde las 10.00 horas de la mañana. Será que la maldita ola de calor se ha convertido en el aliciente para optar por la primera, gran contradicción cuando los patrones de las embarcaciones reiteraban en multitud ocasiones que "no está siendo un buen verano, no hay mucha gente como otros años"



Llegadas las 12.00 horas se podía contabilizar entre 60 y 80 personas con su perro, niños y, por qué no, nevera, sombrilla y cerveza en mano. "Ahora hay mucho español desde el covid, antes venían más ingleses, alemanes, belgas, y este año ya no tanto, creo que las redes sociales son las que les han traído", contaba una joven. 






A la comunidad de personas asentadas en la Cala San Pedro les parece que es masiva la llegada de turistas a este paraje natural, y no dejan de estar en lo cierto. Era abrumador. 


"No tengo ningún recuerdo de la Cala San Pedro sin gente, pero sí que puedo decir es que este asentamiento lleva más de 40 años, y estaban viviendo del turismo desde entonces, no es nuevo de ahora. La gente va conociendo más lugares, es lo que tiene la globalización, todos tenemos derecho a ir estos sitio. Y claro, por ende, también más 'hippies' y más casas" explicaba una roquetera que suele visitar casi todos los años el lugar. A esto, añadía que "se puede vivir en paz y armonía, ni el turista importunar y el 'hippie' entender que esta playa es pública y de todos", haciendo hincapié en que nunca ha tenido ninguna mala experiencia con la comunidad establecida allí. 

Y razón no le falta, no parecen problemáticos ni hay indicios de que lo quieran ser. Muchos de ellos afirmaban fervientemente cómo se encargaban de la limpieza del lugar y recogían la basura que dejaban los visitantes en la Cala. Carteles indicando 'usa la letrina', 'lleva tu basura a Las Negras' o 'no uses productos químicos' son algunas de los avisos que figuran a lo largo de la playa. Tienen claras cuáles son las normas de su comunidad, del territorio, y el que llega, también. En propia presencia, no hubo nadie que dejara su propia basura en la playa. Eso no exenta que haya quien no haya recibido la educación basada en el cuidado del medioambiente y le haya sido imposible ponerla en práctica.



Un rompecabezas conformado por varias piezas, cuya resolución pareciera imposible de solventar: un turismo multitudinario que no aspira a rebajarse; y un comunidad fija y estable durante los 365 días del año (variando el número según la época del año) a pesar de la prohibición de acampar en todo el litoral de la provincia y que no hay indicio de movilización. El melón se va abriendo cada vez más en estos párrafos.

Una comunidad y un propietario
Hace ya 24 años, en el año 1998, Daniel Navarro adquirió por 20 millones de pesetas la Cala San Pedro, cuyo motivo fue que "era un lugar maravilloso y tenía la posibilidad de hacerme con ello, pero no me lo compré con ningún interés inmobiliario y desde luego no me esperaba esto".

"Hay un núcleo de unas 40 personas que viven durante todo el año y luego hay mucha gente que viene de fuera del extranjero, con una tarjeta Visa y vienen aquí. Ahí siempre hay uno que manda, hay alguna jerarquía. Según sé, el año pasado hubo un hombre que estuvo vendiendo pizza y cerveza y ganó cerca de 60.000 euros. Y si tú haces algo así, tardan en buscarte" comenzaba a relatar Navarro, "ellos saben que es mío, pero a ellos les da igual".

En cualquier caso, es suyo, razón no le falta. Navarro es el dueño único de un lugar que se ha convertido en la residencia veraniega o habitual de un grupo de personas que han procurado la construcción de habitáculos. 

El coordinador de Ecologistas en Acción en Almería, Juan Ignacio, coincide con el dueño en la ilegalidad que incurren las personas que se encuentran asentadas en la Cala San Pedro: "Lo de este asentamiento habría que regularlo, ocupan edificios que no les pertenecen. Y lo de las ventas que realizan son totalmente ilegales, no tienen licencia de apertura de bares".



Recuerda la existencia de la caseta de la Guardia Civil, que le pertenece a la Junta de Andalucía. "Es un sitio en el que puede vivir agentes para poner orden ahí, tener a los guardas de Medioambiente, que estén instalados al menos por semanas para que se respeten las leyes y se paguen impuestos", cuenta el coordinador de Ecologistas en Acción, "no hay alcantarillado, es una situación insalubre y lo mejor es un destacamento". 

También concuerdan, dueño y Ecologistas en Acción en que estas personas, algunas de ellas, "son personas adineradas, como un empresario de Almería, que va los fin de semanas y es un 'okupa de lujo', y eso es diferente a ser okupa por necesidad, que se puede llegar a entender", lo que viene a ser una persona privilegiada que decide prescindir de forma temporal de sus privilegios.

Unos barqueros
En Las Negras se pueden encontrar distintas empresas que se dedican a excursiones y rutas en barco por las calas del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, y entre ellas está la cala de San Pedro. Unas 'lancha-taxis' que transportan pasajeros cada 20 minutos o, en su defecto, cuando se van llenando.

Aunque no lo pareciera, hay muchos detractores de este servicio del que llevan viviendo, en el caso de 'Los Barqueros', más de veinte años. Uno de los patrones, Dani, traslada el inconveniente reciente que están teniendo, pues se pretende establecer el balizamiento perimetral para delimitar las zonas y reducir así el flujo de turistas en la cala San Pedro. 

"Un balizamiento perimetral y un canal náutico sería lo suyo, así se evitaría romper la posidonia y se estaría dando un servicio tanto a profesionales como turístico" explica Dani, aportándolo como solución ante las pretensiones de la dirección del Parque Natural de restringir.



Según el patrón, han echado las bollas perimetrales para no romper la posidonia, aunque parece ser que no es del todo así: "Es mentira, la posidonia crece a un mínimo de 15 metros de profundidad, nunca te la vas a encontrar en la orilla. Los muertos, que son los bloques de hormigón que se echan en el fondo marino, los han echado justo encima de la posidonia". En defensa, el patrón asegura que ellos nunca echan el ancla porque es un servicio de ida y vuelta.

En adición, también solicitaron al Ayuntamiento de Níjar "no transportar ni animales ni acampadas, ya que según la ley no se puede, cuando ya hay algunas playas autorizadas" y, sin corresponderles, "un permiso para poder limpiar las playas que no tienen acceso, y que aun así llevamos haciéndolo muchos años". 

Por otra parte, justifica sus servicios ya que "hay mucha afluencia de público para el Ayuntamiento de Níjar, es uno de los mayores reclamos turísticos de la zona del Parque Natural. No se deniega la entrega y la salida ni por parte de la concejalía ni de capitanía, no nos han dicho que sea legal". 

Un propietario y un castillo
La idiosincrasia de la Cala San Pedro está más viva que nunca. A la presidencia del lugar se encuentra el Castillo de San Pedro, una fortificación mirando al mar y cuya construcción data del siglo XVI. Según la página web del Ayuntamiento de Níjar, los terremotos del siglo XVII dañaron considerablemente su estructura, y no fue hasta XVII cuando se reconstruyó. Aun así, actualmente se encuentra en estado de ruinas a pesar de ser declarado Bien de Interés Cultural (BIC). 

El primer derrumbe fue en 2004, y fue entonces cuando Daniel Navarro apuntó a este periódico que solicitó al Ayuntamiento de Níjar la licencia para apuntalar el castillo y que le fue denegado. Esta cuestión lleva persiguiendo al propietario desde años atrás y sigue siendo foco de un conflicto judicial aún dormido, "desde hace un año está listo para sentencia a juicio".

"En San Pedro o se hace un arreglo integral o no se arregla. Hay que poner una explotación agrícola como hace 80 años, recuperar el pueblecito pesquero que había con una docena de casitas, tiene que estar vivo. San Pedro ha sido uno de los puertos más importantes de Almería y claro, al lado del castillo hay una fuente de agua que se usa, y otras dos más", relata Navarro, "había viviendo entonces 200 personas".

El arreglo del castillo supondría "un millón ochocientos mil euros en un tiempo de uno o dos años, donde tendría que haber obreros y guardas, sería la única forma de que no hubiera nadie en la cala". Es decir, arreglarlo significaría empezar de cero en ese lugar. 

En contraposición, el coordinador de Ecologistas en Acción, Juan Ignacio, considera que la situación del Castillo de San Pedro va a suponer algún día "una desgracia porque es un peligro porque se caen las piedras a la playa", a lo que añade que "él pensaba arreglar el castillo para hacer un resort y convertir el castillo en un parador, pero claro, como es espacio protegido y no hay acceso, no le iba a poder sacar rendimiento, y por eso deja que se desmorone", culmina Juan Ignacio.




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