El Belén más especial de la Alpujarra almeriense

El crochet vuelve a tomar protagonismo un año más en muchos municipios de la provincia de Almería por estas fechas, sobre todo en la Alpujarra almeriense. Árboles de Navidad y numerosos adornos realizados con lana mediante el ganchillo engalanan las plazas, calles y casas de decenas de pueblos, a los que dan colorido además de poner en valor lo laborioso de esta técnica, demostrando también la implicación de sus habitantes con los preparativos navideños.

De entrega y pasión por generar ilusión y alegría a lo largo de estas semanas tan especiales, saben mucho en Almócita. Allí, en la considerada como la localidad referente de la sostenibilidad a nivel nacional e internacional, un grupo de mujeres del pueblo ha estado haciendo durante varios meses, con mucho mimo, las figuras de uno de los belenes más singulares del territorio almeriense.  

A través del Centro Guadalinfo y correspondiente al proyecto europeo 'Urban Knitting', desde el año 2016 surgió esta iniciativa de adornar espacios públicos con la técnica de croché, acogida con gran ilusión por los habitantes de esta pequeña localidad, sobre todo por sus mujeres mayores, que cada vez que se acercan las fechas navideñas preparan la lana, los hilos y sus agujas para crear figuras, a tamaño natural, que conforman posteriormente un bellísimo escenario ubicado junto a un aljibe del siglo XII, actualmente un lavadero por el que sigue corriendo el agua.

Varios meses tejiendo

Detrás de este Belén, al que no le falta detalle alguno, hay muchas horas de trabajo, de charlas e historias, puntada tras puntada, entre estas creadoras de una representación que se ha convertido en todo un reclamo turístico del núcleo urbano almociteño. "Nuestro Belén transmite muchos de nuestros valores, como las labores hechas a mano, ser una pequeña gran familia, nuestra disposición siempre a colaborar y el talento de nuestras mujeres", asegura Francisco García, alcalde de Almócita.

Desde pastorcillos, borreguitos, ovejas o panaderas hasta el ángel anunciador. Y por supuesto la Virgen María, San José, el Niño, el buey y la mula junto a los tres Reyes Magos son los protagonistas de un Belén que cada año presenta nuevos personajes y sorpresas, gracias a las manos de estas seis mujeres que han tejido en grupo a pie de calle, aprovechando la tranquilidad de las calles de su pueblo, con mucho cariño para que este original Nacimiento del Niño Jesús luzca radiante para estas semanas navideñas.

Como curiosidad, cuando hace viento, las figuras se mueven y algunos personajes de este Belén parecen tomar vida mientras las rachas de aire los mecen. Sorprende por su imponente belleza, por su colorido y por el tamaño de sus elementos, que llaman la atención nada más encontrarlo por las calles Real y Andalucía, junto al lavadero que hay detrás de la plaza en la que está el Ayuntamiento de Almócita, en el centro neurálgico del pueblo.  

Materiales naturales y participación

Otra de las características esenciales del Belén de Almócita es que está realizado con materiales naturales, como lana, telas y la paja que sustenta la estructura. Es todo un ejemplo de reciclaje, como no podía ser de otra forma en el epicentro del ecologismo almeriense. Los adornos luminosos, por ejemplo, son botellas reutilizadas y adornadas con croché, estando en sintonía con la firme apuesta por el desarrollo sostenible que viene realizando el municipio.

Se trata de un Belén que simboliza además otro de los valores más destacados de este acogedor rincón de la Alpujarra almeriense, y es que tanto en su elaboración, como en su diseño y a la hora de montarlo, al igual que a la hora de decorar calles y plazas, participan las vecinas y vecinos, implicándose grandes y mayores en estas tareas que ponen de manifiesto el sentido de comunidad que reina en cada esquina de Almócita, cuyo Consistorio ha suministrando materiales y el trabajo de operarios municipales para las tareas montaje e iluminación.

Almócita se viste de Navidad de una forma muy especial, por medio de las manos de sus habitantes, cuyas creaciones convierten el pueblo en un destino que no defrauda al visitante, que enamora visualmente, que deja huella en el alma y desprende hermosos valores que lo convierten en un lugar único, en el que disfrutar, sentir, compartir y aprender.