El Santuario del Saliente está siendo objeto de diferentes trabajos de mejora y embellecimiento en diversas partes de sus estancias, incluida la iglesia, donde el artista Andrés García Ibáñez está plasmando sus frescos en una obra sin precedentes.
Una de las estancias que se abrirán a las visitas en general próximamente y que sin duda representan una de las más atractivas es la cocina, que alberga una de las chimeneas más grandes de la provincia. Pero no sólo se han puesto en valor los materiales encontrados en ella o sus estructuras sino también lo que se cocía en sus cocinas. Nunca mejor dicho.
Y es que dentro del trabajo para la puesta en valor del Santuario del Saliente el rector del mismo, Antonio Saldaña, ha querido salvaguardar el patrimonio inmaterial del mismo, incluido el aspecto más gastronómico. A raíz de este ambicioso proyecto, sus responsables se preguntaron también por los platos que se elaboraban y se degustaban en esa misma cocina histórica. Y han obtenido respuestas.
Las recetas encontradas y que se preparaban tanto en el Santuario del Saliente como en el resto de la zona y sus cortijos han sido documentadas para plasmarlas en un futuro en un libro que esté al alcance de toda la ciudadanía. “En ese trabajo que hemos realizado en la cocina queríamos saber también qué tipo de platos eran los que se cocinaban”, explicó recientemente en la Cadena SER el rector del Santuario, Antonio Saldaña, que cifra en unas 80 elaboraciones.
Entre los platos que el rector ha adelantado y que estarán presentes en ese libro se reflejan “unas perdices que se realizaban con canela y con muchas especias” hace tres siglos, pese a que ahora “se cree que todas las especias vienen de fuera”.
Por lo visto la perdiz, muy probablemente debido a su alta presencia en la zona, protagonizaba gran parte de los platos, y que otra elaboración adelantada por el párroco consta de este ave acompañada por “leche y con salvia”.
Más allá de los ingredientes aportados, Saldaña recuerda el contexto histórico en el que se degustaban, ya que en su mayoría se consumían “a primera hora del día” y no a la hora del almuerzo, como actualmente se hace.
Durante este proceso
de búsqueda y documentación, también se han encontrado documentos
sobre “las restricciones” gastronómicas de entonces que “hoy
son más relejadas pero que antes tenían más importancia”.
Incluso se ha hallado “una bula de 1815 de aquellas famosas bulas
de la carne”, rememora el rector.
Un viaje auténtico
al pasado por medio del paladar y que gracias al libro que se está
preparando nos hará sentir como quienes habitaban el Santuario del
Saliente y su entorno.
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