La guitarra que le regaló Margallo a Kerry sí ha servido a la postre para algo. La declaración de intenciones firmada por ambos mandatarios en 2015, conocida como el ‘Pacto de la guitarra’, ha sido el punto de partida para que la Casa Blanca se avenga a volver a negociar un acuerdo conjunto para limpiar de medio kilo de plutonio la pedanía almeriense de Palomares, tras la ausencia de negociaciones durante la etapa Trump.
Hoy, no obstante, es poco probable que del encuentro Sánchez y Biden en Washington salga un anuncio de acuerdo cerrado para que Estados Unidos proceda a la retirada de las tierras contaminadas de radiactividad de Palomares, según ha reconocido Moncloa en declaraciones a Europa Press. Lo que sí parece claro, según todas las fuentes consultadas, es que en el visto bueno de EEUU a reabrir las negociaciones sobre Palomares ha debido pesar el quid pro quo del compromiso alcanzado por los dos presidentes para que dos buques destructores de la Marina de los Estados Unidos se desplieguen en la base naval norteamericana de Rota (Cádiz).
En cuanto a la sensación que se percibe en la barriada palomareña y, en general, en la comarca del Levante almeriense es de escepticismos ante este nuevo anuncio para solucionar un problema histórico, un estigma que se alarga por espacio de 57 años desde que un bombadero B52 y un avión nodriza chocaron en el aire almeriense provocando la caída de cuatro bombas termonucleares, de las que dos se fisuraron y liberaron plutonio sin llegar a detonar.
El empresario Pascual Soler, a quien le expropiaron hace dos décadas suelo contaminado de Palomares pasa ser vallado, expresa que “es una vergüenza por parte de ambos gobiernos en todos estos años que los palomareños tengamos que convivir con la contaminación radiactiva al lado de nuestras casas”. Y añade que “es un abuso también que se quieran pagar las indemnizaciones por las expropiaciones forzosas de los suelos afectados a un euro el metro”. Soler no confía demasiado en una solución conjunta y matiza que “en el caso de que no haya acuerdo con los americanos, el Gobierno español debería hacerse cargo y limpiar nuestro pueblo definitivamente”. El suelo afectado son en total 40 hectáreas, buena parte con calificación de urbanizable que el Gobierno ha revertido como rústico al llevar años vallado y con ocupación temporal.
El delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, confía en que “estemos ante la última fase del procedimiento para cerrar un acuerdo ara limpiar el suelo de Palomares, ahora mismo se trabaja en las distancias cortas para cerrar las cuestiones más técnicas de la operación, son estas cuestiones las que están pendientes”.
Sin embargo, esto contradice lo que ha declarado en más de una ocasión el director del Programa de Recuperación Radiológica del Ciemat, Carlos Sancho: “los temas técnicos los hemos discutido absolutamente todos con el departamento de energía de EEUU y están de acuerdo.
El Ciemat tiene realizado un diagnóstico de situación en tres dimensiones que detalla la cantidad y ubicación radiológica de la contaminación de Palomares y el Plan de Rehabilitación a llevar a cabo.
De Palomares a nevada en tres años
El acuerdo de intenciones firmado en 2015, que es el punto de partida para la negociación actual, plantea la retirada, mediante grandes tiendas de campaña para el cribado, de 50.000 metros cúbicos de tierra que está en el subsuelo de tres zonas diferentes. El cargamento de tierra se transportaría por el puerto de Cartagena hasta el cementerio nuclear de Nevada (EEUU) y los trabajos tendrían una duración aproximada de tres años. La abogacía del Estado, a raíz de la sentencia del Tribunal Supremo del pasado noviembre, ha explicado, en unas declaraciones poco entendibles, que la decisión de descontaminar Palomares es política, “no se puede imponer legamente”. El Gobierno español envió el pasado mes de marzo una petición formal a la Administración Biden para que retire las tierras contaminadas de Palomares.
Crónica de una infamia
Las mentiras sobre Palomares comenzaron una mañana de San Antón de hace 57 años y aún siguen ahí. Una larga lista de engaños y ardides del Pentágono y del bovino Gobierno español que han tenido siempre un mismo cabeza de turco: los vecinos de esta pedanía cuevana, a los que se les ha maltratado y confundido durante décadas; la noticia sería encontrar una sola verdad en todos estos años de infamia. Cuando los palomareños se cansaron de hacer preguntas sin obtener respuestas, sin obtener el resultado de los análisis médicos que se hacían en Madrid, pensaron que lo mejorar era olvidar y echar tierra encima para no verse perjudicados, aún más, en sus intereses económicos en la agricultura y el turismo; para que con los años se borrase el estigma de pueblo nuclear, de pueblo maldito. Pero el tiempo es terco, tanto como el Estado norteamericano en no querer solucionar un problema que él mismo generó una mañana de viento, en la que dos aviones chocaron en el cielo del Levante almeriense por un error de cálculo, justo cuando en algunos cortijos se festejaba la alboreá con cuerva, habas, bacalao y tocino. El tiempo, los datos y las mediciones han demostrado que la operación Flecha Rota se cerró en falso; que sigue habiendo sepultados más de 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada de plutonio; que esto no es la locura de unos majaderos ecologistas; que esto va en serio, aunque se haya tratado de engañar –de seguir engañando- a los vecinos. Qué hubiera pasado si las bombas hubieran caído en los Campos Elíseos de París.
Esto ha sido terrorismo de Estado y si alguien puede decir lo contrario, que lo diga, que lo argumente. Cómo se le llama si no a mantener, durante 56 años, kilos de plutonio enterrados a cielo abierto. Voy a dar la lista de todos los culpables de este terror (porque terror no es solo apretar un gatillo): Franco y su ministro López Bravo, Suárez, Calvo Sotelo, Felipe, Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez; y por parte americana: Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton, Bush hijo, Obama, Trump y Biden. En ningún otro lugar del mundo ocurriría: que haya veneno junto al mismo centro de una población (se ha detectado plutonio en partículas en suspensión en zona urbana, lo ha dicho el propio Ciemat) ¿Alguien se imagina que junto a los cines de la Gran Vía de Madrid pueda mantenerse ad aeternum un escape de plutonio? Eso es lo que ocurre desde hace más de medio siglo entre Vera y Villaricos -sí, ya sé que es sabido por media humanidad, pero el saber no redime- y a nadie le importa una mierda.
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