“Mira, mira una cabra. - Estamos como en el fin del mundo ¿no?. - A
mi me recuerda al hotel del resplandor. - Joder, me tranquilizas”.
Estas eran las primeras impresiones que verbalizaban los dos
profesionales de la comunicación a su llegada al observatorio
astronómico.
El escritor y periodista Juan José Millás, junto a la periodista Paqui Ramos, visitaron el Observatorio Astronómico de Calar Alto para conocer en profundidad el trabajo del observatorio y esta incursión en el cielo almeriense formó parte de la sección "Las edades de Millás" del programa de radio 'A vivir que son dos días', de De Javier del Pino en Cadena SER y que se emite sábados y domingos de 08:00h a 12:00h.
Una experiencia que Millás definía como “mística”, primero porque se quedó muy sorprendido de encontrarse cara a cara con una cabra montesa. “Me daban ganas de decirle tía, que somos mamíferos y vertebrados los dos podríamos charlar un poco, pero no, había una extrañeza de fondo que no lo arreglaba el ser mamífero ni el ser vertebrado. Es una relación que me recuerda a la que tengo con mi gato” decía el escritor.
Pero sobre todo, “imagínate en lo más alto de la Sierra de los Filabres, con poca atmósfera, sin contaminación lumínica pues claro el cielo lo ves con una claridad... te sientes unido al universo a esa experiencia yo dije mañana me hago budista” explicó a Javier del Pino en su programa.
Aunque si bien reconoció que ese estado de tranquilidad fomentado por la baja atmósfera del Calar y la belleza del cielo duró poco, concretamente hasta que llegaron al aeropuerto para coger el vuelo de vuelta. El avión se había retrasado y tuvieron que esperar en el aeropuerto a que se solucionase la incidencia comiendo un sándwich y un refresco. Millás recalcó que le hubiera gustado más comer bien por la provincia almeriense.
En su visita al observatorio, Jorge Iglesias, jefe del departamento de Astronomía, llevó a los periodistas a la sala de observación más grande del observatorio. Y les explicó el funcionamiento de los telescopios y de los diferentes aparatos del observatorio.
Millás y Ramos pudieron disfrutar del cielo más limpio de toda Europa. Todo se mueve dentro del espacio de la cúpula: gira, rota, el suelo sube y baja. “Un tiovivo en el que nosotros somos los únicos que estamos quietos”. Javier Sánchez, director de Azimuth, la empresa que organiza actividades en el Observatorio, les marcó las coordenadas a las que debe dirigirse el telescopio donde pudieron avistar un cúmulo globular. “Parece que está ahí mismo pero que, en realidad, está a unos 40 mil años luz”.
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