Esta religión poco conocida está mejorando este pueblo a través de los jóvenes

Los adolescentes analizan las necesidades de su pueblo y diseñan proyectos para mejorarlas

Grupo de jóvenes debaten en el Instituto Baha’i de Capacitación.
Grupo de jóvenes debaten en el Instituto Baha’i de Capacitación. Víctor Navarro
Víctor Navarro
21:58 • 31 may. 2024

Diría Bahá’u’llah “que vuestra visión abarque el mundo...”. Quizás para la gran mayoría de la población ese nombre de difícil pronunciación sea desconocido, pero para la pequeña comunidad que profesa de la Fe Baha’i en Almería, Bahá’u’llah es el más reciente mensajero enviado por Dios a la humanidad.



Los bahá’ís creen en el principio de la unidad de la humanidad, así como en la consecución de la paz universal, como principios vertebradores de su fe, y algunas de las piedras angulares para alcanzar esta meta se basan en el desarrollo de las relaciones armoniosas entre los individuos, las comunidades y las instituciones, las cuales sirven para sostener la sociedad y permitir el avance de la civilización.



Sin caer en la tentación del proselitismo, puesto que prohibido en la Fe Baha’i, Enrique Sabariego (Quique) y Eliana Berdoy abrieron en la localidad de Garrucha, el Instituto Bahá’í de Capacitación para el Desarrollo Comunitario, un centro cívico inspirado en los principios baha’i para que todos los jóvenes y prejóvenes que quieran participar de él, independientemente de su origen, sexo o religión, conciban, debatan y desarrollen aquellos proyectos sociales que sirvan de ayuda y beneficio para su pueblo y comunidad. Pero siempre motivados por su propia visión que abarca su mundo, en este caso Garrucha.



Todos y en común La comunidad bahá’í es un enorme laboratorio social y tal y como cuenta Quique, persigue un objetivo básico, buscar los elementos que unen a personas de diferentes sociedades y hacer que participen en común para la consecución de la paz. En Garrucha, este enfoque inclusivo ha atraído a adolescentes católicos, musulmanes, evangélicos y budistas.



Aunque admite que en sus inicios, el centro era visto con desdén, debido al desconocimiento de esta corriente religiosa. El trabajo diario desarrollado con la sociedad y la administración garruchera acabó dando sus frutos y ahora, son muchas las familias las que acuden preguntando sobre su programa de actividades.



“La gente viene y ve de que cosas le hablamos a los niños”, comienza Quique señalando los conceptos que cuelgan en la pared: amor, justicia, veracidad, generosidad, alegría. “Impartimos lecciones sobre un principio moral, y a través de ella se ve como podemos integrarnos y vernos como una familia humana”. Todo desde un enfoque infantil y juvenil.



Para Quique, la ‘comunidad Baha’i’ son todas aquellas personas que integran una sociedad, “sin necesidad de profesar la fe”, es por ello, que los jóvenes tienen un protagonismo especial como actores de presente y futuro de su sociedad.



Podría resumirse a que los jóvenes se instruyen en ser ciudadanos y cuales son responsabilidades para con la sociedad que los rodea. Es por ello, que en las reuniones de jóvenes de este centro, son ellos mismos los que acuden con ideas que pueden mejorar la vida de las gentes de Garrucha. Tras analizarlas, y sopesar los pros y contras (sin obviar el punto de vista de su edad) las llevan a cabo. Son ya diversas acciones sociales que han emanado de las voluntades de los jóvenes de este centro.


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