La desertización ha sido un problema recurrente en Almería a lo largo de la historia; la desertificación (la provocada por la acción humana) lo es desde que la tecnología ha convertido al ser humano en un peligro para su entorno. Y la cuestión es que, después de casi una década en la que parecía haberse olvidado, regresa ese fantasma que ha perseguido a la provincia siempre, la posibilidad de que este territorio se convierta en inhabitable.
La advertencia parte ahora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de su ‘brazo armado’ en Almería, la Estación Experimental de Zonas Áridas, uno de cuyos investigadores, Jaime Martínez-Valderrama, acaba de publicar un libro con algunas de las conclusiones de estos estudios.
El diagnóstico esencial es que, pese a ser uno de los más preocupantes problemas y de estar contemplado desde hace décadas en la Convención de Naciones Unidas por el Medio Ambiente a través del PNUMA, el cambio del escenario climático ha provocado un agravamiento cada vez más acelerado de la desertificación en un área tan sensible como Almería. La provincia ya fue elegida en la década de los ochenta del pasado siglo como escenario de los primeros estudios internacionales sobre el avance del desierto, pero aquellos estudios se quedaron en la fase teórica, por lo que ahora desde el CSIC se aboga por coger el toro por los cuernos y adoptar decisiones en todo lo que se refiere a la gestión de los recursos hídricos y de los suelos.
La amenaza
La cuestión es que casi un 80 por ciento de la provincia está afectada a estas alturas de su historia por un problema, que además está aumentando, de desertificación y de erosión de los suelos lo que, según Martínez-Valderrama “pone en riesgo nuestra seguridad hídrica y alimentaria”.
Sólo en las últimas dos décadas tanto el número como la duración de los periodos de sequía han aumentado en torno a un 30 por ciento y, si no se adoptan medidas que permitan mitigar esos efectos climáticos, “las sequías podrían afectar a más del 80 por ciento de la población en el horizonte del año 2050, tanto en lo que se refiere a las condiciones climatológicas como en cuanto al desarrollo de la actividad económica, desde la agricultura al turismo.
Durante la presentación de este trabajo, en el marco del Foro de la Economía del Agua del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, los investigadores abogaron por incorporar criterios de planificación hidrológica para hacer frente a la desertificación y la sequía, porque la ausencia de esas políticas son la principal causa de un problema de graves consecuencias para los almerienses y para el conjunto de las sociedades.
El estudio defiende el nuevo concepto de Neutralidad en la Degradación de las Tierras, y destaca que el problema no reside sólo en la sequía o el cambio climático, sino que esa degradación responde a los abusos cometidos contra el territorio “impulsados por la necesidad o por la ambición desmedida, así como por la degradación de los recursos hídricos”, tanto en cantidad como en calidad.
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