Tras la tempestad viene la calma, afirma el sabio refranero español, al que hizo bueno la espléndida mañana que amaneció ayer domingo, algo necesario para llegar a la iglesia de Gádor a pie por una elevada cuesta. Y es que en su interior se inaguraba el nuevo presbiterio: altar mayor, sagrario y pinturas murales. El obispo de Almería, Mons. González Montes, concelebró la Eucaristía en el transcurso de la cual procedió a la citada bendición.
Eran las 11.30 de la radiante mañana dominical cuando el prelado entró en el templo gadorense, que se hallaba abarrotado de fieles. Ocupaban las primeras filas el alcalde, Eugenio Gonzálvez, el subdelegado del Gobierno, Andrés García Lorca, el comandante de puesto, Juan José Jiménez, concejales de la Corporación gadorense, el constructor del altar, Justo Cruz, la autora de los murales, Ana Canteras, los pintores Julio Visconti y José Antonio Canteras y el catedrático de Historia Manuel Cáliz, entre otros.
Tras la lectura de dos epístolas especialmente dedicadas a la consagración de un nuevo altar y el evangelio de San Marcos, el obispopasó a predicar la palabra de Dios. Redundó en unas palabras de Cristo: “Sobre esta piedra angular, edificaré mi Iglesia’. Y sin más, revestido con hábito solem-ne, el obispo pasó a la bendición de altar mayor y sagrario.
El protocolo fue el siguiente: en primer lugar, leyó la oración de la consagración; luego unció el altar con el santo crisma en las cuatro esquinas y el centro, derramando aceite perfumado y frotándolo con un paño por toda la superficie. Acto seguido quemó incienso también perfumado en un brasero, pasó parte de él a un incensario e incensó altar, sagra-rio y feligreses. Tras ello, varias mujeres vistieron el altar con dos manteles, cuatro candelabros, la cruz parroquial, el cáliz y el misal. Acabó el acto con la reserva del altísimo en el nuevo sagrario, adonde fue llevado en solemne procesión bajo palio.
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