La Fiesta del cordero en el Puche ofrece novedades. Las tracas a la salida de la oración le dan a la mañana un aire de fiesta mayor en chilaba, lo cual tiene mucho sentido: este es, de hecho, el día más grande en un barrio almeriense donde la comunidad musulmana es ya mayoría. Pero el día acaba marcado por otra novedad nada pintoresca. Hasta hace un año, las calles del barrio se convertían por unas horas en un gran matadero halal, con toda la sangre de rigor pudriéndose en el difunto sistema de alcantarillado. El gobierno dijo basta, pero en vez de las esperadas facilidades sanitarias comenzó a circular el miedo a sanción por contaminar la calle. O sea, luz verde para sangrías a puerta cerrada en cuartos de baño, cocheras sin ventilación o terrazas con mal drenaje. “La dejadez política en temas así”, dice Mustafa El Ouaaliti, “demuestra que Almería sigue sin comprender su pujante realidad musulmana”. El Ouaaliti, veterano profesor melillense, fue uno de los artífices de los Juegos 2005 gracias a su buen tacto con el bloque islámico. Ya prácticamente retirado, su vida pública se limita hoy en día a enseñar árabe en la Asociación Almedina, un oasis cultural al pie de la Alcazaba para una afluencia más bien no musulmana: arte, conferencias, actividades vecinales, escuela dominical. Abdel Karim García Cazorla, fundador del proyecto hace una década, lo define como una acto de ‘diversidad e inclusión’, ‘claves’, según él, ‘en estos tiempos de desámimo social’. Que el Islam y Almería han de ir de la mano se da por sentado en la Comunidad magrebí Attouba de Vícar. La rutina religiosa de su oratorio reúne a pioneros de la inmigración de invernadero y a una nueva generación bilingüe volcada, portátil en mano, en proyectar al exterior los valores sociales del Corán: folletos y blogs en castellano, jornadas de puertas abiertas. Rachid Chouran, uno de los miembros más activos, habla con entusiasmo de ‘dar nueva vida a una convivencia intercultural de 800 años’: “la idea”, dice Chouran, “es promover la solidaridad vecinal como medida anticrisis”. Por lo visto, la dichosa crisis tiene acotado el paso en la mezquita senegalesa Aljaira Gualbaraka, en el centro de la capital. Según su presidente Mor Dia Diop, más de 30 años ya en Almería, el sombrío panorama social tiene que ver no tanto con los mercados como con ‘ciudadanos siendo manipulados por intereses ajenos’: “aquí”, afirma Diop, “nos ayudamos a entender qué debe hacerse desde la humildad. En este sentido, somos una obra social con las puertas abiertas de par en par".
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