Alfredo Márquez Cabrera, un ingeniero técnico agrícola almeriense, se trasladó a México a mediados de la pasada década para trabajar en el desarrollo de invernaderos en aquel país. Allí conoció a Migdalia Cavazos, con la que se casó y con la que tuvo a la pequeña Ximena. Una familia joven y feliz... hasta que todo se torció y comenzó el infierno.
A Migdalia le detectaron una leucemia linfoplástica aguda, un cáncer en la sangre que obligó a la familia a buscar ayuda en España. En junio de 2008 viajaron a Barcelona para que la esposa de Alfredo fuera sometida a intervenciones quirúrgicas en el Hospital Clinic de la ciudad condal, Ximena, su hijita de dos años, se quedó con la familia de ella en México, aunque con la consigna de ser enviada a España cuando estuvieran instalados.
Los primeros problemas
A pesar de la insistencia, la niña aún tardaría cuatro meses en reunirse con sus padres, y ello porque la hermana de Migdalia, Cristina Cavazos, tenía que acudir a Barcelona a realizar una donación de médula para su hermana. Los tratamientos no surtieron el efecto esperado y Migdalia empeoró en los meses siguientes.
A principios de enero de 2009 Cristina Cavazos desapareció de Barcelona, y con ella la pequeña Ximena, sacada de España por su tía de forma irregular, sin la autorización de sus padres. A finales de ese mismo mes fallecía en el hospital de Barcelona su madre que no pudo ver a su hija en sus últimos días de vida porque en torno a su situación se levantó un muro de silencio por parte de su familia en Torreón, la ciudad mexicana donde residía.
El calvario de Alfredo Márquez, que se inició con la enfermedad de su mujer y posterior fallecimiento, se convertiría en un infierno a partir de entonces. Quería recuperar a su hija pero ni su familia política ni las autoridades mexicanas le permitieron, durante los tres años siguientes, siquiera poder ver a la niña, ‘secuestrada’ a todos los efectos y fuera de su alcance. Aún en Barcelona denunció la desaparición de su hija, sin resultados.
Han pasado cuatro años desde entonces, un tiempo de especial importancia en la vida de una niña como Ximena, y a pesar de que los tribunales han ido emitiendo sentencias favorables a Alfredo, ha sido imposible conseguir que su hija le fuera entregada.
Pero no es sólo eso, en todo este tiempo el almeriense ha sufrido todo tipo de vicisitudes, desde amenazas a persecuciones, demandas de los abuelos de la niña, Manuel Caveces Dávila y Yolanda Estela de la Peña, y de su cuñada, Cristina Caveces de la Peña, y todo tipo de vejaciones. Alfredo Márquez ha insistido hasta la saciedad ante los tribunales, ante la policía, ante las autoridades mexicanas y españolas que lo único que ansía en la vida es poder recuperar a su hija, “abrazarla, besarla y poder volver con ella a Almería, donde está mi familia y donde quiero regresar”.
Momentos duros
En estos años Alfredo ha vivido momentos muy duros, sumido en miedos, depresiones y la desesperación de saber que no puede estar con su hija, a la que le han ocultado sistemáticamente todo este tiempo y que a su vez ha sufrido la manipulación de su familia materna para enfrentarla con su propio padre.
Todas las artimañas, los recursos, los cambios de residencia de esa familia, no han impedido, sin embargo, que Alfredo siga luchando cada día, cada hora, por recuperar a su hija que hoy tiene seis años y que, por desgracia, apenas lo conoce porque hasta que se produjo en febrero del pasado año una sentencia firme de la Justicia mexicana otorgándole la tutela, y sin posibilidad de recursos por parte de los abuelos y tía, ni siquiera pudo verla.
Aquella sentencia incluso estableció un régimen de visitas para que Alfredo Márquez pudiera establecer una relación con su hija. Ni siquiera aquello supuso en realidad un alivio puesto que a las visitas acudían abuelos, tía, otros miembros de la familia de Migdalia, e incluso guardaespaldas de los abuelos que intimidaban a padre e hija, a la que impedían incluso mirar a la cara a Alfredo.
Entrevistas con Ximena
Y así se mantuvo la situación hasta que una jueza determinó que las visitas debían celebrarse sólo entre padre e hija, con la única presencia de una psicóloga para controlar la estabilidad de la niña, negativamente influenciada por la familia de su difunta esposa.
En medio de toda esta triste historia, esa lucha sin cuartel de un padre por recuperar a su hija, subyace la situación social y las débiles garantías jurídicas con las que se ha debido enfrentar Alfredo en estos cuatro años de constante zozobra.
Ni las sentencias, ni las resoluciones se han cumplido hasta ahora, a pesar de que los tribunales han determinado con claridad la tutela a favor del padre y que incluso el Tribunal Superior de Justicia mexicano decidía, en noviembre del pasado año, que no se admitiera ningún nuevo recurso por parte de los abuelos al considerar que estaba suficientemente acreditada la falsedad de los argumentos utilizados para retener a la niña y mantenerla fuera del alcance de su propio padre.
Tanto Alfredo Márquez como su familia en Almería pelean denodadamente para que el Gobierno de España tome cartas en este asunto y fuerce a las autoridades mexicanas a actuar de una forma más decidica en la resolución definitiva del caso. Sin embargo los medios para poder mantener la lucha se agotan con el paso de los años: Alfredo ha perdido su empleo porque el régimen de visitas le impide acudir puntualmente a su empleo “y mi hija es lo más importante del mundo, lo mejor de mi vida”, como para renunciar a verla, auque sea en precarias condiciones. Su familia ha agotado también sus recursos para prestar apoyo a Alfredo en esa batalla, y por eso están dispuestos a un último empujón para conseguir que, finalmente, Ximena vuelva con su padre.
Gestiones diplomáticas
Hay un sentimiento de impotencia y de decepción cuando María Dolores Márquez, la hermana de Alfredo que, desde Almería, pelea por ayudarle, habla del apoyo de las autoridades españolas. Reconoce que tanto Moratinos como Trinidad Jiménez, ambos ministros de Exteriores del gobierno socialista, se interesaron por el caso, lo trasladaron a las autoridades mexicanas e hicieron seguimiento.
El actual ministro, José Manuel García Margallo, se ha interesado igualmente por este asunto, pero la familia Márquez echa de menos más determinación y una mayor presión hacia las autoridades mexicanas para conseguir que se cumplan las sentencias y que Alfredo recupere a su hija.
María Dolores tiene un deje de tristeza, y de crítica, cuando recuerda que Francia, Gran Bretaña o EEUU resuelven los problemas de sus ciudadanos en problemas en cualquier país del mundo, “y nosotros llevamos cuatro años luchando casi en soledad para recuperar a una niña sin que desde instancias oficiales se haya puesto toda la carne en el asador”.
Allí, en México, Alfredo sigue sufriendo, luchando, tremendamente cansado pero no resignado, mucho menos derrotado.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/3/provincia/38588/un-almeriense-lucha-por-recuperar-a-su-hija-secuestrada-hace-4-anos