Cuarenta años de la gran riada de 1973

Cuarenta años de la gran riada de 1973

Manuel León
21:33 • 19 oct. 2013

El temporal se había calmado la noche anterior pero la borrasca no se alejaba. Olía a tarquín y a partir de las siete de la mañana, la lluvia dócil empezó a acumular moles de agua en las torrenteras del Alto Almanzora hasta dejarlas caer por la Rambla del Saliente arrasando en paseo militar ya ramblicas como Los Torteros o Las Tenadas.
No hubo tiempo para hacer un arca. El diluvio asoló durante tres días las tierras feraces del Almanzora y la osamenta del agua llegó sin avisar una mañana plomiza de viernes de hace 40 años barriendo con sus fauces toda la cuenca fluvial, arrastrando olivos centenarios, cerdas de cría y tierras de labor, apresados como rehenes, en el florón de su espuma, en un caudal que llegó a alcanzar los 3.500 metros cúbicos por segundo. Lo nunca visto.El torrente alcanzó diez metros de altura a noventa kilómetros por hora, llevándose en la loma baja de Albox una fábrica de piensos, almacenes de jamones, tractores,la  fábrica de aceitunas Quiles, un cebadero de cerdos, un cine de verano, hasta llegar a la Plaza de Albox. El muro de defensa construido tras las inundaciones de 1891 por suscripción nacional, que había resistido a la de 1947, fue incapaz de contener la lengua de agua. La inundación había comenzado y muchos platos de migas se quedaron en las mesas sin comer.
Albox quedó convertido en un lodazal y cuando llegó la noche todo eran tinieblas con un cielo cerrado de nubes. Comercios como el de Pantaleón lo perdieron todo y algunos dependientes como Juanito se salvaron subidos a una estantería de la tienda. A las seis de la tarde dejó de caer agua y se inició el retorno a lo hogares anegados de barro y destrucción. La noche se echó encima a los albojenses, sin ropa, sin agua, sin luz, sin teléfono y con todas las carreteras cortadas.
 Más abajo, junto a la cuenca del río, Zurgena fue el municipio de la provincia que sufrió las más tristes consecuencias de la riada del 73. Seis personas perdieron la vida (45 en Puerto Lumbreras) arrastrados por la riada grotesca de aguas turbulentas hasta desembocar sus cuerpos en Villaricos, Aguamarga y Rodalquilar. Varios día estuvo la ciudad incomunicada y sin los más elementales servicios de agua, electricidad y con escasez de alimentos.
 Sobre el mediodía empezaron a sonar las caracolas cerca de Cuevas del Almanzora. Tronaban ya como trompetas cuando empezó a asomar la montaña de agua turbia despeñándose a lo largo del cauce, arrastrando en su lengua un bosque de árboles, cubriendo pagos y huertas de Calguerín, Campos, Cupillas, destruyendo maizales, tronchando alamedas y arrancando cortijos enclavados junto a la ribera.
Antes habían arrasado el puente de Santa Bárbara, en Overa, el cortijo Cebollar, el de Juanico el Ferrico y el Molino Los Rodríguez, Las crestas de las olas eran como tridentes amenazantes que asolaban el Barrio Bravo, el panizo, la cebada, las gallina y los cochinos. Se veían cofres y mesas con el dinero flotando en el agua.
Durante unas horas el miedo se apoderó de los habitantes de Cuevas. Por el Tostadero, el Huerto de García Alix, el Recreo, la Avenida de Barcelona las gentes corrían desoladas buscando refugio. Anita la Pipa se asomaba por el balcón, igual que don Agustín Soler pidiendo auxilio.
 El agua saltaba por encima de las casas y arrastraba coches y tractores. Desde el bar Málaga se dieron los primeros avisos a los vecinos. La gente huía hacia las zonas más altas del pueblo. Los niños y los maestros se concentraron en la segunda planta de la Escuela, mientras el nivel del agua iba subiendo rompiendo ventanas. Se temía lo peor. Los escolares fueron rescatados en una barca de plástico.
Entre las pérdidas se consignaron cebaderos con más de 3.000 cerdos, granjas de gallinas, rebaños de cabras, varios camiones, autocares, tractores, turismos, bares, tiendas, almacenes, que perdieron mercancías.
Lo nunca visto en la comarca, una mañana como la de ayer de hace 40 años.







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