Cuando apareció rugiendo por la vieja Avenida del Generalísimo, aún brillaba el color beige flamante de su carrocería. Fue ese vehículo, un 1400 con licencia Fiat, adquirido por el industrial alhameño José Artés de Arcos, el primer Seat que circuló por el empedrado de Almería.
La gente, bajo los ficus, con las bufandas anudadas al cuello, se paraba extasiada mirando con la vista cómo progresaba el ingenio mecánico Paseo arriba, Paseo abajo, desde Puerta Purchena a Plaza Circular.
Hace ahora 60 años de eso, cuando fue matriculado este Seat 1400 con matrícula de Barcelona pero pagado con los cuartos de un almeriense de la tierra de Salmerón.
Ya tenía otro vehículo similar desde hacía unos meses José Artés, al servicio de su personal barcelonés de la calle Venus, por lo que optó por trasladarlo a Almería, para sus viajes particulares y más tarde para su sucursal de motores en Madrid.
Hombres de negocios Artés fue haciéndose grande en Cataluña, al igual que los Bosch o los Siemens en Alemania, aunque sin tanta ambición financiera. Podía presumir ya de que su parachoques había sido utilizados en los vehículos de Alfonso XIII.
Durante la Guerra, montó sistemas antiaéreos y tras la contienda amplía sus fábricas en Barcelona, Madrid y Martos (Jaén), todas con viviendas y comedores para los operarios. En 1963 inaugura la fábrica de recambios para automóvil en Almería, en la que emplea a 150 trabajadores, en unos terrenos prolongación de la Rambla Obispo Orberá.
Era, por tanto, uno de los almerienses con más capacidad para adquirir este tipo de vehículos dirigidos a ‘los hombres de negocios’. Este primer Seat (el Seiscientos no llegaría hasta 1957) se ensambló en la factoría de Seat situada en la Zona Franca de Barcelona con el apoyo del Instituto Nacional de Industria con la alianza de la italiana Fiat.
El taxista de Vera Franco quería hacer de España, aún en blanco y negro, aún con el racionamiento en la memoria, un país motorizado.
Y la Sociedad Española de Automóviles de turismo (Seat) se embarcó en la fabricación de un imponente sedán (vehículo con carrocería de turismo) que cumplía el requisito de trasladar a los cargos de la Administración del Estado y que también servía como taxi.
De hecho, otro de las primeras unidades de este modelo iniciático que llegaron a Almería la adquirió José Ramón Rubio Clemente, un taxista de Vera, que se hartó en esos años 50 y 60 de trasladar turistas desde Madrid a las playas del Levante almeriense.
El 1400 no era barato precisamente y había que hacer cola para entrar en el cupo de asignación.Costaba 121.000 pesetas, hace seis décadas, lo que equivaldría a unos 40.000 euros al cambio de día de hoy.
Propietarios de postín El 1400 cesó su producción en 1964 tras comercializarse cerca de 100.000 unidades. Durante una década, almerienses de postín, emigrantes que volvían con rentos de la emigración, acaudalados parraleros y brillantes abogados de plazas como Berja, Cuevas o la capital se hacían con uno de estos vehículos elegantes, amplios, aunque sin extravagancias de diseño, que no se llegaron a popularizar tanto como después el 1500 y 600.
Eran esos propietarios de este viejo Seat, en el ecuador del siglo XX, lo que fueron los Orozco, los Fischer, los Fuentes, los Callejón, los Navarro Moner, Los Lengo, a principios del siglo pasado cuando hicieron llegar a la provincia los primeros autos que rodaron por sus adoquines, bajo marcas legendarias como Berliet, Ariel, Chevrolet o Hispano Suiza.
En 1957 aparecía en escena el Seiscientos que se convertiría en una herramienta de progreso. En Almería apenas había acabado el racionamiento de la gasolina, pero otro viento de modernidad empezaba ya a correr, como los nuevos autos, por la provincia.
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