Las ‘corrientes de resaca’, un fenómeno natural poco conocido por los bañistas, son la causa más probable de ahogamientos en las playas españolas, según el trabajo realizado por el Grupo de Investigación de Turismo, Ocio y Medio Marino de la Cátedra de la Mar de la Universidad Camilo José Cela. Las corrientes de resaca –que nada tienen que ver con las conocidas como ‘resacas’ o arrastre entre ola y ola–, se forman cuando el agua que llega a la playa vuelve mar adentro en zonas específicas, de ahí el nombre de corrientes de retorno con el que también se las conoce.
Las corrientes de resaca pueden formarse en muy poco tiempo, cuando se erosionan y abren bancos de arena paralelos a la playa. Los canales de resaca asociados a estas corrientes son también las avenidas naturales por donde desaparece gran volumen de arena durante los temporales de invierno. Como consecuencia del proceso, los bancos de arena paralelos a la playa, que contenían el agua agolpada contra la orilla, ceden por erosión originando corrientes de resaca que arrastran mar adentro a los bañistas.
Los investigadores Antonio de la Cruz y Francisco Javier Aragón, director de la Cátedra de la Mar de la UCJC, afirman que existen indicadores fiables que, junto a la práctica, ayudan a localizar las corrientes de resaca.
Sin olas ni espuma Además de seguir las indicaciones de los socorristas, los expertos ofrecen algunas pistas y recomendaciones. En primer lugar, hay que observar las líneas de olas. La mayor profundidad del canal de resaca en comparación con las zonas adyacentes, evita que las olas rompan. Por lo tanto, se produce un contraste entre la zona de la corriente de resaca, con oleaje más calmado o inexistente, y las zonas adyacentes dominadas por olas con espuma blanca.
Las corrientes de resaca pueden identificarse a veces a simple vista como consecuencia de la erosión producida por la arena que transportan en suspensión y que pueden dar un tono arenoso al mar.
Si se cae en una corriente de resaca lo que nunca se debe hacer es perder la calma y nadar contra corriente hacia la orilla. Lo aconsejable es salir de la corriente nadando paralelamente a la orilla y después, cuando ya no se sienta el tirón de la corriente, volver a la playa de forma inclinada aprovechando el empuje de las olas de traslación.
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