El Almería volvió a confirmar que los partidos se le hacen largos en su regreso a Primera. Por segundo compromiso en casa al equipo, a los aficionados y a los corazones rojiblancos les tocó sufrir después de haber llegado al intermedio con claro 3-0 que presagiaban una segunda mitad placentera. Se demostró que la placidez este curso es incompatible con el conjunto rojiblanco.
Dos datos meten de lleno los dedos en la llaga. El primero que ninguno de los 11 goles que ha marcado el equipo que representa a todos los almerienses ha llegado después del minuto 60, el más tardío tuvo como víctima al Sevilla y se produjo en el minuto 55. El segundo es que de los 17 recibidos por Fernando más dela mitad, exactamente 9, se produjeron una vez superado el fatídico minuto 60.
Así las cosas queda establecido que los partidos se le hacen demasiado largos al equipo de Rubi. Algunas de las causas que llevan al equipo a experimentar este bajón directamente proporcional al devenir de los minutos son fácilmente detectables, otras imposible de determinar desde fuera.
Para recibir al Girona el entrenador rojiblanco tomó la decisión de repetir con los once protagonistas que habían vencido al Rayo y el mismo dibujo (4-1-4-1), lo cual tenía sentido. En este equipo inicial 6 futbolistas de la campaña de Segunda y cinco recién llegados, todos ellos con experiencia en Primera de España o de Francia. El resultado fue un Almería poderoso en ataque y aceptablemente sólido en defensa. Se daba la circunstancia de que sus cuatro estiletes eran jugadores firmados este año, que además protagizaron los tres goles del primer periodo.
En un desajuste defensivo imperdonable a la salida de un córner favorable, desguarnecida la defensa y Fernando fuera de su zona natural, el equipo encaja el 3-1. Pero no se descompuso, incluso tiene opción de hacer el cuarto en cabezazo de Robertone. Pero poco a poco los tres generadores del juego ofensivo del equipo, Melero, Embarba y Baptistao son sustituidos por jugadores de la anterior campaña y a partir de aquí el partido cambia radicalmente de signo hasta el punto de que el fantasma del empate sobrevoló el Power Horse Stadium.
Está claro que los tres fichajes de la medular tienen un peso específico en el juego del equipo incuestionable y que los posibles recambios están muy por debajo de ellos en todos los aspectos, pero debe de haber algo más, que a mi se me escapa porque no tengo la oportunidad de ver el trabajo físico y de estrategia del equipo, un desastres en su doble vertiente, al ser los entrenamientos a puerta cerrada. Además son los técnicos los que tienen la obligación de diagnosticar las causas y acertar con los tratamientos, que para eso se les paga y muy bien.
Dirigió el partido el madrileño Cuadra Fernández. No fue sencillo de dirigir por la proliferación de acciones conflictivas en el área local. El primero por mano de Mendes y el segundo por una falta dudosa del mismo defensor. Ambas penas máximas castigadas con el máximo rigor con ayuda de Sánchez Martínez desde el VAR. Gol bien anulado al Girona porque Fernando tenía la mano sobre el balón.
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