Con Rubi y el que venga

Tiene razón el entrenador cuando dice que no piensa jugar con el equipo echado atrás para dejar la portería a cero. Es fiel a su filosofía de juego y apuesta por tener la pelota y hacer daño al rival. El modelo no se toca.

Hay equipos que te hacen un gol y te borran del mapa y otros como el Almería que ni ganando 3 a 0 al descanso dejan tranquilos a sus aficionados debido a su fragilidad.

Cuando un equipo sube a Primera lo de jugar bien. Lo de ser valientes o amarrateguis. Lo de las sensaciones… todo queda reducido a un común denominador: ganar partidos.

La afición

A los entrenadores le ponen la maleta en la calle a las primeras de cambio y a todos por lo mismo: malos resultados. Todo pasa por ganar partidos y los aficionados que aplauden el buen juego si no gana su equipo montan un pollo.

Todos los seguidores de un equipo (el que sea) quieren verlo vencer y tranquilo en la tabla. Primero los puntos y luego todo lo demás. Se juega para ganar partidos y jugando mal si te acompaña el resultado: santa palabra.

El presidente

Le pasaba a Guillermo Blanes como luego a Alfonso García y ahora a Turki. Ellos contratan a los entrenadores porque han echado a otro que no ganaba partidos. Ir al palco a ver perder a tus muchachos duele mucho seas de Arabia, de Águilas o de la Rambla Obispo Orberá.

Todos los dueños de clubes eligen a los mejores entrenadores y todos ellos con independencia del sistema que utilicen llevan en su palmarés los resultados y los logros deportivos. Para eso los contratan. Para ello les pagan.

El entrenador

Si los aficionados aplauden la victoria para el entrenador es un respiro cada una de ellas porque les va la nómina. Ganar partidos es asegurar el futuro. Optar a cumplir el contrato firmado y tener contentos a todos.

Ellos son los primeros que lo cambian todo por la victoria por muchas gaitas que suenen en la sala de prensa de turno con el buen o mal juego. Muchos cuando pierden (Rubi por ejemplo) dice estar orgulloso de sus jugadores pero lo estaría más ganando.

Rubi sabe que sin resultados está en la calle.