LA OPINIÓN: Los números cantan y no le dan la razón al entrenador del Almería. Cuando acabó el primer tramo de la competición y regresaron del stage de Marbella no cabía de gozo el entrenador por la labor realizada.
Todos confiamos en su mensaje como creemos en lo que hacen en cada entrenamiento, la mayoría de ellos a puerta cerrada y sin que la afición los pueda ver preparar los partidos.
No vamos a entrar en el salto de calidad que exige la Primera División y nos ceñimos al segundo equipo más goleado con una defensa indolente que ve pasar la pelota mientras miran el partido.
Sin avances
Ese buen trabajo pregonado en Marbella brilla por su ausencia con un equipo en caída libre que se encierra para preparar unos partidos sin alma y hasta sin tarjetas porque algunos ya ni meten la pierna.
La defensa en la que tanto ha confiado Rubi es un coladero y no ha sido capaz de mejorar sus prestaciones ante el asombro de su afición y la alegría de los contrarios.
No corrige
Solo una vez han dejado la portería a cero y así no se puede ir por la Primera División. No se fichó a un central en el mercado de invierno porque Rubi ha confiado en lo que tiene y se ha equivocado.
Nadie sabe lo que puede pasar con el Almería por mucho que haya pregonado Mohamed El Assy que no van a bajar y Rubi ha dicho tres cuartos de lo mismo. O no conocen la Primera o se hacen los locos.
Sin modelo
Eso que los entrenadores llaman un patrón de juego no lo ha tenido el Almería desde la llegada de Rubi. Uno sabe como juegan los equipos de Primera pero el nuestro parece que está 'locoperdío' capaz de lo mejor y de lo peor.
No somos un equipo guerrero y no lo somos de talento fiándolo todo a la genialidad del que le toque o a Umar Sadiq que tantas cosas ha tapado en un ascenso con campeonato incluido celebrado a lo grandes por errores del rival.
Uno se pregunta para qué fueron a Marbella.
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