Pomares se merece un libro pero solo tengo una página. Fue el último presidente de la Agrupación Deportiva Almería y el tercero del Polideportivo tras ‘comprar’ la entidad a Miguel Orta por 45 millones en tiempos de Santiago Martínez Cabrejas de alcalde de la ciudad.
Almería nunca olvidará la aportación al fútbol de un hombre grande que tenía una deuda pendiente llovida del cielo: cuando tuvo que firmar el acta de defunción de aquel Almería de Primera en la Asamblea de La Salle. No logró salvar aquel proyecto y se metía de lleno en la operación rescate de su heredero.
Señor del fútbol
Nunca le pregunté si le gustaba el fútbol pero tengo claro que era un enamorado de Almería y por ella haría cualquier cosa. En su despacho de Los Molinos, sede de su empresa, con Antonio Belmonte siempre a su lado, me contaba cada cosa que no se puede reproducir porque Antonio ya no está entre nosotros y algunas personas sí.
Él hacía las cosas de corazón y aportaba su conocimiento empresarial. Le costó una pasta querer sacarse la espina de aquella Agrupación, que se nos fue de las manos a todos, mientras él perdía noches de sueño intentando lo imposible. Volvió al fútbol porque era hombre de palabra y Almería se lo agradeció siempre. Gómez Pomares era un señor del fútbol en una ciudad dividida por dos.
Equipo de nivel
La primera junta directiva de aquel Poli de Pomares era de 16 personas dispuestas a trabajar porque “yo no he comprado ningún equipo y solo vengo a ayudar a saldar la deuda de 45 millones que tiene el club”.
Este fue su primer mensaje lanzado en las páginas de LA VOZ de Almería cuando abundaba en la viabilidad del Poli en el sentido de “conseguir 5.000 socios en Tercera y que se acaben de una vez los problemas económicos”.
Pomares se había reunido con Guillermo Blanes para buscar una salida a la situación del Poli. Al final no cristalizaron las gestiones y asumió el reto en solitario y dejando claro que “nuestra relación va a ser buena con todos los clubes de la provincia”. Dicho y hecho: porque todo lo que vino después no estaba en las manos de los presidentes de Almería Ceefe y Polideportivo.
Inolvidable
Conociendo a Guillermo Blanes como conocí a Pomares: los dos me abrieron de par en par las puertas de sus casas. Uno no tiene duda al afirmar que son dos almerienses de categoría. Uno en la tierra y el otro en el cielo lucharon por el fútbol de su tierra contra todo y contra todos: son ejemplo a seguir.
El legado de Gómez Pomares es enorme para el Poli.
Magueregui
El ‘Magu’ no se adaptó a la Tercera. En el segundo ejercicio de Pomares: para la afición era el no va más. Maguregui se sumó al proyecto y en la ciudad aquel verano no se hablaba de otra cosa.
Luego le tuvo que despedir en febrero, pero Pomares creía en el técnico vasco. Acabar con la estrella del hombre que dio tanta gloria al fútbol almeriense significó un duro golpe para Pomares que se hacía amigo de sus entrenadores con los que siempre se implicaba para dotarlos de los mejores jugadores.
La vuelta de Pomares al fútbol le dio tanto al Polideportivo Almería que por años que pasen seguirá quedando su legado para reconocimiento de toda la afición. Antonio Belmonte y Pepe Rivera fueron otros técnicos amigos.
De Miguel Orta a Pomares
Con un campo Municipal recién reparado y una junta directiva con ganas de trabajar, aquel verano de 1991 cambió la historia del Polideportivo Almería que pasaba de manos de Miguel Orta a las de un presidente que tenía a la afición en el bolsillo, porque era él quién daba señorío y respeto a una entidad agotada por las deudas con los futbolistas, tras descender de Segunda B a Tercera y agotar Orta todo su patrimonio en beneficio del club que le traspasó Meca.
Muy arropado
Gómez Pomares ‘compraba’ el Polideportivo Almería sabiendo que no estaba solo en la aventura y que tenía detrás a un ayuntamiento que había afrontado un lavado de cara del entonces único campo de fútbol, y un equipo directivo dispuesto a todo. No era tarea fácil moverse en aquel fútbol dividido por dos en una ciudad tan pequeña, pero Gómez Pomares jugaba con la ventaja de saber que la afición le quería y confiaba en su proyecto. Pomares no iba a la aventura porque se rodeó de un gran equipo.
Gente de fútbol
Martín Doblado y Antonio Belmonte fueron sus mejores consejeros y los jugadores de la tierra algo fundamental a la hora de afrontar las temporadas. No podía fallar a sus seguidores en un mapa futbolístico con Poli Ejido, Roquetas, Mármol Macael y Almería Ceefe inmersos en la lucha del ascenso a la 2ª B.
Nunca prometió subir a Primera y su mensaje iba más encaminado a dotar al Poli de una larga vida basada en la economía. No gastarse lo que no entraba en caja era la intención de aquel presidente grande en lo físico y en lo humano, que llegaba a unos aficionados que le recordaban de su paso por la AD Almería.
Pomares era un ganador nato pero no encajaba en un fútbol donde la palabra de honor no se lleva y Pomares firmaba contratos con solo un apretón de manos.
Convencido
Volvió al sillón animado por los políticos de la ciudad. Fueron ellos los que le pidieron que diera un paso al frente para salvar al Poli primero y unirse al Almería después. Esto que parecía inviable lo llevaba en cartera Gómez Pomares pero con la condición de que llegado el momento de unirse “sea de igual a igual sin vencedores ni vendidos”, decía convencido de ello.
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