Escribir cómodamente sentado, sin presión y con la intención y la obligación de juzgar lo que está haciendo tu equipo a lo largo de la temporada es mucho menos complicado que saltar al terreno de juego con la espada de Democles de la que hablaba Cicerón sobre los hombros de los jugadores almerienses en forma de no haber conseguido ganar en las etapas ligueras precedentes.
Pero si a ello unimos que nada más empezar el duelo, en el primer minuto, ya te pones en desventaja en el marcador, ni el más optimista de los casi quince mil espectadores presentes podía pensar que su equipo iba a competir hasta el final por la victoria.
Me resulta especialmente desagradable que en lugar de ensalzar el alto grado de competitividad que está mostrando nuestro equipo, lo cerca que está casi siempre de ganar, y cómo se ha hecho respetar por todos los rivales y por la totalidad de los medios fuera de nuestros límites provinciales pese a los pocos puntos que luce en la clasificación, en algunos ambientes se siga insistiendo en la posibilidad de seguir batiendo estadísticas negativas.
La pizarra
Para poner en valor el trabajo de Garitano y su tropa me basta con echar un vistazo a sus siete últimos compromisos ligueros. Lo más negativo está en el capítulo de premios obtenidos, sólo cuatro, pero el grado de competitividad del equipo ha sido máximo y reconocido por todos los rivales.
Comenzamos nuestro repaso de atrás hacia adelante con la visita al Power del Girona, empate sin goles en un duelo en el que el técnico rival reconoció que el Almería fue mejor. Luego al Bernabéu un partido en el que el equipo de Garitano tuvo que sufrir el mayor robo arbitral del siglo XXI para salir derrotado por la mínima en la prorroga de 12 minutos. Venían los nuestros de caer por 0-3 en casa ante el Alavés en un duelo en el que los goles los puso el rival y una infinidad de ocasiones el propietario del Power que pagó la ausencia de matadores.
Y entramos en los partidos con participación de los fichajes de invierno. En Valencia derrota por la mínima con el equipo local pidiendo la hora. Desde entonces tres empates consecutivos. Dos en casa ante dos de los grandes de la competición culminados con empate y fuera de casa el punto de Los Cármenes, segundo del curso como visitante. Antes tablas con el Athletic jugando con diez desde el minuto 52 y el del pasado sábado. Pero independientemente de los resultados el Almería está compitiendo y peleando todos los partidos al máximo nivel hasta el punto de que es un rival temido hasta por los grandes.
La historia
En la rueda de prensa de presentación no dudé en calificar a Garitano de valiente por venir a entrenar al último de la fila que se había quedado sin delanteros por lesión y había perdido futbolistas importantes respecto a la anterior campaña como sus dos centrales y El Bilal.
Frente al Atlético el entrenador almeriense sólo realizó un cambio respecto al duelo ante el Granada dando entrada a Luka Romero por Arribas. Acertó el sábado donde había errado en Los Cármenes pues el argentino debió de haber jugado en la anterior jornada en lugar de hacerlo Pozo que falló dos goles de verbena.
Como dato complementario apuntar que en el once inicial sólo aparecieron dos futbolistas de la pasada campaña Robertone y Embarba. Luego, con el devenir de los minutos, tuvieron que llegar los cambios porque el equipo no transmite la sensación de trabajar el aspecto físico todo lo que se debe; sólo tres sesiones de trabajo para preparar el partido de Vigo con una de recuperación y otra de descanso en medio, son un ejemplo de lo que puede ser el único lunar del gran trabajo que viene realizando Garitano al frente del equipo. Hasta tal punto que estudiadas las trayectorias de los diferentes inquilinos que ha tenido el banquillo indálico desde la bendita llegada de Turki a la presidencia el vasco es el mejor con diferencia aunque su balance en puntuación no lo ratifique.
Y con los cambios perdimos porque Chumi contribuyó de forma decisiva a propiciar a Morata una ocasión estelar de gol que el internacional español mandó al cielo del Power y porque Riquelme puso en apuros a Bruno Langa, que estaba teniendo una noche tranquila. Arribas no está en su mejor momento y no hizo olvidar al triunfador de la noche, sino todo lo contrario.
De los cinco futbolistas que entraron en la segunda mitad sólo Dion Lopy mantuvo el nivel de los titulares. Merece especial mención el error de Melero que en el último segundo regaló la pelota a Oblak en inmejorables condiciones para haber conseguido el gol de la victoria. Estamos preparados para asaltar Balaidos, con permiso del colectivo arbitral.
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