Sin sol, sin moscas, sin merienda y sin toros; este sábado se ha celebrado una novillada en el coso de la Avenida de Viches en la que tres figurones del toreo han venido con ganas de agradar y, sobre todo, dando la cara para defender una fiesta que es orgullo de nuestra tradición, pero o estaban engañados o aquí alguien se ha equivocado; de la presentación de la corrida, mejor no hablar; había un toro aceptable, dos canijetes y tres sardinas impresentables; y eso, si queremos reivindicar el valor de una fiesta en la que la vida y la muerte están próximas y penden de un hilo, con los toros de hoy, eso sonaría a coña; y no quiero hacer más leña.
Los toros de Zalduendo – tenían todos la edad reglamentaria y, no es guasa, daban el peso reglamentario – pero con su imagen y presencia han faltado al respeto, cuando no mancillado el coso centenario de una plaza que es monumento nacional. Aceptable el primero, bueno el segundo y bastante bueno el tercero; del resto, o sea, 4º, 5º y 6º, corramos un tupido velo. ¿Qué esto no es Madrid?, ni tiene por qué serlo; en eso, estamos todos de acuerdo, pero el torero es un espectáculo serio y si hemos de defender su verdad y su emoción, con corridas como la de hoy, mal camino llevamos.
La gente tenía ganas de toros y a fe que lo ha demostrado, no sé la taquilla que habría pero de los 4.000 billetes que había a la venta deben de haber sobrado pocos; y además, los trofeos han estado al nivel de siempre en esta plaza, hoy no se han cortado seis rabos, porque el reglamento lo prohíbe y además, han fallado con las espadas; pero cerca hemos estado de las trece orejas en seis toros de Villares del Pardillo, cierto que la mayoría no habían venido a ver matar a Morante; y el ambiente festivalero se ha visto afectado tan solo por la circunstancia de que los toreros no iban de corto.
Decir que tanto Morante como el Juli como Manzanares han toreado bien y bonito, con buen gusto y arte, es verdad; pero la corrida se asemejaba a una prueba en la que a tres catedráticos de Matemáticas les examinaran con una suma, una resta o una multiplicación y, quizás me exceda.
¡Ah! Otra cosa, señor Presidente, el toreo es una cosa muy seria y la hora del comienzo no se puede cambiar sin motivos climáticos o de orden público; y nada de eso acontecía para que se retrasara el comienzo en quince minutos; las dos vueltas al ruedo de los alguacilillos, a paso de tortuga son de traca por lo inhabitual; y otra cosa, ya le dije una vez, con todo respeto que para cortar una oreja un banderillero no puede estar un minuto mientras le pitan al Presidente para que dé la segunda oreja; si Usía, se molesta en comprobarlo cuando acabe la corrida, simplemente yendo con un cuchillo al desolladero, verá que sé lo que digo; y, que se deje Usía tomar el pelo, no me parece bien, entre otras cosas porque nos lo toman a los demás.
En fin, veremos el domingo los toros; y no quiero repetir aquello de “Cuando hay toros, no hay toreros, cuando hay toreros, no hay toros”.
Que Dios reparta suerte.
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