La Cooperativa: un restaurante en la falda de Los Filabres con esencia argentina

Cuatro jóvenes desarrollan un proyecto que une la gastronomía de dos continentes

Celeste y Karen en el asador de Gérgal.
Celeste y Karen en el asador de Gérgal. Antonio Fernández
Antonio Fernández
20:04 • 11 jun. 2024

Celeste, Karen, Nahuel y Lautaro llegaron hace unos años a España y eligieron la zona del sureste, en parte porque les recordaba algunos de los paisajes de su Argentina natal, en parte porque aquí encontraron la oportunidad de asentarse y construir una vida con algo más de esperanza de la que les ofrecía su país.



Con el paso de los años decidieron asentarse definitivamente en Gérgal, una localidad a los pies de la Sierra de Los Filabres. Fue después de un periplo por restaurantes y bares de una amplia zona, con empleos en pueblos como Abla, Abrucena, Fiñana o Guadix, donde sirvieron tanto en las cocinas como en los salones.



En una visita al pueblo en el que decidieron echar sus propias raíces conocieron un local, dedicado hasta ese momento a discoteca, pero que en realidad había sido sede de una de las cooperativas uveras más prósperas de la comarca. Conocieron el lugar, su historia y la de la uva almeriense que desde allí recorría el mundo, con una presencia destacada en los mercados de Estados Unidos.



Decidieron alquilar el establecimiento y tras varios meses de intenso trabajo a reparar, restaurar sus instalaciones y adecuarlas para su nueva función; convertirse en un asador argentino con la ilusión de convertirlo en un lugar diferente, reconocible y capaz de crear un lugar de culto gastronómico.



Contaban con la baza de disponer de una clientela que les ha ido conociendo en los restaurantes de la comarca por los que habían pasado y dedicaron todo su esfuerzo en lograr ‘casar’ la comida argentina, en la que los asados son innegociables, con algunos de los platos que conforman la cocina mediterránea, “sobre todo a la hora de preparar las clásicas tapas, cocina sencilla pero excelente que marca bastante la identidad y los gustos de los clientes”, explica Celeste.



Cuando terminó la pandemia abrieron sus puertas y afirman estar agradecidos tanto a los clientes que les han venido siguiendo en los últimos años como a los propios gergaleños, que los acogieron como unos vecinos más y les dieron su apoyo. Y allí, en La Cooperativa, han instaurado su asador, de vocación argentina, pero con una novedosa oferta “basada en la creatividad y en conocimiento de la gastronomía española y argentina”, explican los responsables del establecimiento.



Con una ocupación que sigue en aumento, han sumado a los que buscan otros lugares que visitar, conocer y disfrutar, y también otros segmentos que han incluido La Cooperativa en su lista de preferidos, como esos grupos de ciclistas que recorren las carreteras de montaña de Los Filabres y que han encontrado allí una forma de reponerse del tremendo esfuerzo del pedaleo.



Huyeron de su Argentina natal “buscando un futuro que lamentablemente nuestro propio país no podía ofrecernos”, explican. Sin embargo, por sus venas sigue corriendo la sangre y el recuerdo de su tierra: “la extrañamos mucho y, de hecho, uno de nuestros objetivos, es poder regresar algún día, aunque sea dentro de mucho tiempo”.


Pero mientras tanto ya han encontrado ese rincón en el que desplegar sus habilidades en la cocina. Saben que las carnes, y la forma de prepararla, constituyen uno de los valores más apreciados por la clientela y, para cerrar el círculo, cultivan algunas de esas especialidades que hacen más suculenta la oferta, como esa delicia que es la carne ‘madurada’ unos chuletones que, por su tamaño, algunos comparan con una raqueta de pádel, y que son guardados durante meses en frigorífico; con el tiempo la grasa se infiltra en la fibra y con ello se logra que la carne sea más tierna y más sabrosa.


La suma del conocimiento de las artes culinarias y de la ilusión que Celeste, Karen, Nahuel y Lautaro han puesto en esta vieja cooperativa uvera, reconvertida en centro gastronómico de la comarca, logran el objetivo de llegar a convertirla en un verdadero lugar de culto en las estribaciones de la vieja Sierra de Los Filabres.


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