Se va un pueblo, pero llega otro. Esa es la lectura que hace el gremio de cafeterías, restaurantes y tascas varias que germinan en el ‘barrio de Cajamar’. Mejor dicho, lo que ha sido hasta ahora el barrio de Cajamar, con permiso de Juan Roig, que reina enfrente, festoneado por un mural tremendo de Cañadas, digno de estar en el MUREC, y la arquitectura mayestática de Guillermo Langle; se han ido, casi de un día para otro, más de 700 empleados de la rural almeriense, que es como la población entera de San José en invierno, y la hostelería, mañanera sobre todo, ha notado el golpe, aunque será solo cuestión de dos meses, cuando un tropel de más de 600 empleados públicos se sentarán en las mismas sillas que han ocupado durante décadas los empleados de la caja, usarán las mismas aceiteras para esponjar las tostadas y bromearán con los mismos camareros que se aprenderán, como con ellos, el tipo de café de cada cual y se lo colocarán cada mañana sin mover los labios.
Cambiarán las caras y el aliño, pero al final todo volverá a ser como era en toda esa nómina de establecimientos que se llenan -se han llenado durante años- con los profesionales de la cooperativa de crédito: financieros, urbanistas, economistas, abogados, guardias de seguridad, limpiadores, directivos y todo ese andamio de personal construido en torno a la primera caja rural española con sede en Almería; con sede en la Plaza Juan del Aguila -en honor a su fundador- quien ha hecho olvidar el nombre de Plaza de Barcelona, desde donde se desplegaban todas las mañanas como un ejército los trabajadores de la entidad financiera, sobre todo a la hora punta entre las 10 y las 11, un zafarrancho de combate distribuido como una colmena por tiempos y espacios; los del Freniche los más madrugadores, los del Fausto, los de la Rex etcétera. Hay quien iba hasta el Habana Cristal, hay quien no se complicaba la vida y se tomaba la media de tomate en el cercano Tirso.
“Lo he notado, por su puesto, que se han marchado los empleados de Cajamar, algunos han venido a despedirse, pero sigo adelante, tengo más clientela”, expresa Mari Luz Herrera, patrona del Pintamonas, uno de esos bares frecuentado por la plantilla financiera. En eso coincide también Manuel Mensales, el propietario de la cafetería Rex, que ha servido miles de desayunos a los empleados de Cajamar, tantos casi como su padre el fundador de ese negocio en una esquina de la Avenida de la Estación, que está allí antes incluso de que Cajamar estrenara esa sede tras dejar la del Paseo en 1984.
“Hemos notado menos clientela, algunos eran también amigos, sobre todo por las mañanas, pero este es un lugar de paso y siempre hay un buen nivel de ocupación”. También han notado esta pérdida momentánea de clientes otros bares rotulados con nombres como Casa Paquita, Elena’s o bar Los Pacos. Antes también fue muy frecuentado por la plantilla financiera Lamarca, no tanto como el Torre Bermejas. También los restaurantes como La Vaca y el Buey han advertido en los almuerzos un poco el éxodo de la entidad a su nueva ciudad financiera.
La travesía del desierto de esta hostelería de aluvión se podrá empezar a reponer tras finalizar el verano, cuando comience el desembarco de empleados de las delegaciones de la Junta, tanto en los servicios centrales de la Plaza Juan del Aguila como los del edificio de la Plaza 3 de abril, a espaldas del Mercadona.
En estos dos mastodontes de oficinas se desplegarán las plantillas completas de las delegaciones de Economía y Hacienda, Fomento y Empleo con todas las ramificaciones de organismos públicos como el Servicio de Empleo, el Sercla o Trade. Será el momento en el que vuelva a esas mesas y a esas barras el típico ambiente frenético mañanero entre medias tostadas y rápidos cafés cortados.
Elena’s y rex se trasladan también al tecnoparque
La nueva sede de Cajamar en El PITA, ya a pleno rendimiento, con una inversión de 60 millones, cuenta con un restaurante cafetería de uso privativo de los empleados. Pero también dispondrá de dos cafeterías para los visitantes y colaboradores. Y para regentarlos, Cajamar no ha ido a buscar muy lejos: serán Elena’s y Rex, los que gestionarán estos servicios allí en el tecnoparque, como complemento de los locales de los que ya disponen, siguiendo, de esta forma, a su principal cliente.
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