Jesús Maldonado Álvarez, nació en Las Palmas de Gran Canarias hace 46 años. A los tres se trasladó con su familia a Almería, donde pasó su infancia y juventud. Su inquietud por conocer sus orígenes le hizo viajar, con 19 años, de nuevo a Las Palmas, donde, al cabo de un año, se dio cuenta que necesitaba mejorar su inglés, para poder trabajar con más facilidad en el mundo de la hostelería. Se marchó a Inglaterra, donde permaneció seis años. De regreso a España, permaneció tres meses en Almería y después se fue a Madrid, donde ha vivido 19 años.
Estuve trabajando en sitios muy distintos, casi todos enfocados en el mundo de la hostelería. Fui encargado y maître en diferentes restaurantes, hasta que llegó la oportunidad de poder abrir mi propio local: “El rincón de Cabo de Gata”, en el barrio de Lavapiés, en el centro de Madrid. Un establecimiento basado en la temática de Cabo de Gata.
¿Qué ofrecía usted en ese establecimiento?
Empezamos a trabajar con algo muy típico de Almería: el Chérigan, que era una novedad para los madrileños, porque allí no se conocía. Introducimos los platos vegetarianos y veganos. Nos planteamos unir en una misma mesa a gente con diferentes gustos. Funcionó desde el minuto uno. Los madrileños lo acogieron, lo aceptaron, y creo que lo echan de menos ahora que ya no estamos allí.
¿Y por qué decide volver a Almería?
Me surgió la oportunidad de volver a mis raíces y decidí regresar. Cuando me agobiaba de Madrid, venía aquí y disfrutaba de esa tranquilidad, ese ritmo distinto al acostumbrado; sobre todo en una ciudad como Madrid, que es una ciudad súper cercana y que te recibe muy bien, pero que tiene un ritmo, sobre todo si vives en el centro, muy acelerado, constante, donde te ofrece muchísimas alternativas, pero, a la vez, te quita. Yo creo que todos los que hemos nacido en el mar o cerca del mar, nunca dejamos de echarlo de menos. Además, me permite estar cerca de mi familia. Un entorno en el que me encuentro muy cómodo. Ahora mi base está aquí y me voy a Madrid cada vez que quiero coger un poquito de ritmo. Me podría ir a mil sitios de Costas y no encontraría esto que hay aquí. No es solo el clima, sino todo lo que le rodea. Es un sitio muy especial, que tiene magia y que todo el mundo que pasa por aquí se queda con una sensación muy agradable. Viviendo en Madrid he invitado a muchas personas a pasar por Almería, y todos se van encantados. Cabo de Gata y su gente tienen algo muy especial.
¿Y qué mejor que volver a la barriada de Cabo de Gata? En pleno paseo marítimo de este núcleo costero del Parque Natural.
“La Raspita” tiene una esencia muy parecida a lo que ya creamos en su momento en Madrid, pero adaptada a la zona donde estamos. Trabajando más el concepto de pescado, el de las tapas. Ofrecer cosas diferentes sin abandonar la cocina almeriense, que es muy enriquecedora. La comida casera de toda la vida; esa cuchara de la abuela, pero con un toque un poco más actualizado. Y bueno, según vemos el resultado, lo hemos logrado, y estamos encantadísimo.
¿Al principio, usted compaginó Madrid con Cabo de Gata? Pero después de un año y medio ha decidido quedarse aquí definitivamente.
Sí, ha sido una locura, trabajando mucho, cogiendo trenes lunes y viernes, 7 días en semana, generando un proyecto nuevo y cuidando lo que ya teníamos anteriormente, hasta que vi la posibilidad y tomé la decisión, y ahora estoy más que encantado de haberla tomado, porque no creo que hubiese podido aguantar esa presión, ese ritmo de trabajo, sobre todo porque al final estás en uno y descuidas el otro. Entonces es muy difícil.
Y La Raspita funciona los 12 meses del año.
En verano el ritmo es frenético, constante. Se levanta una mesa, se sienta otra. Lógicamente agradecemos que todo el mundo se quiera sentar. A mí me gusta mucho mi trabajo, y busco ese servicio más cuidado, donde desarrollar los platos y explicar y aconsejar a la gente, y cumplir con lo que ellos están buscando. La idea es poder trabajar mucho más en detalle durante el invierno, nuevos platos. Ofrecer cosas que inviten a venir a disfrutar. El entorno nos acompaña. Rodeados de un parque natural, unas vistas y un sitio perfecto. Intentar mejorar el día a día en este pueblo que es maravilloso y al que invito a todo el mundo a que venga.
Y además ofrecen música en directo.
Junto al bar “El Cabo“, música en directo durante cuatro meses al año. Empezamos a principios de junio y lo mantenemos hasta finales de septiembre. Todos los miércoles, sobre las 9 de la noche, para romper la dinámica del día a día. Ofrecer cosas distintas a través de los platos y de la música, que va enlazada con todo lo que sucede aquí.
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