La otra cara de Leo y José Martín, la última saga de Casa Puga

El 25 de marzo se cumplirán diez años desde que los últimos propietarios de Casa Puga anunciaban el cierre de su establecimiento, fecha que ponía fin a las relaciones laborales de los hermanos Leonardo y José Martín. Este día la popular taberna decana de la calle Jovellanos de la capital cerraba sus puertas. 107 años de presencia ininterrumpida en la ciudad.  

Casa Puga vivió junto a los almerienses la República, la Dictadura y la Monarquía. El dueño del local, en aplicación a la nueva normativa de alquileres y el cumplimiento del plazo del nuevo contrato que establecía el propietario a los arrendatarios Leonardo y José Martín López, era de un año con una revisión de la renta. Leo Martín explicó entonces que con ese plazo no podían hacer planes y tenían que dejarlo, no por problemas de renta, sino de tiempo necesario para seguir, que expiraba el plazo el 31 de diciembre de 2014, decidiendo dejarlo antes de la Semana Santa. 

Su padre, el alpujarreño Leonardo Martín, abrió el 13 de junio de 1947 en la capital Casa Puga en la calle Jovellanos, con el tiempo un referente de la hostelería almeriense. En 2015, se abrió una campaña de recogida de firmas contra su cierre en las redes sociales que rondó las 2000 rúbricas. Casa Puga fue traspasado por la familia Martín López a la empresa Servicios Hoteleros de la Catedral.

¿Cuándo nace Casa Puga?
El origen está datado en 1870, aunque se estima que el caserón donde está ubicado fue construido en torno al año 1813. Han pasado décadas y para mí el mejor referente que siempre avaló a Casa Puga fue su magnífica clientela. Se han sucedido generaciones de padres a hijos y de abuelos a nietos. 

Usted con 11 o 12 años ya se parapetaba tras el mostrador encima de una caja de madera para ayudar a su padre. ¿Qué sintió el último día que ya no fue más al bar a trabajar?
Pena y tristeza, pero no por echar de menos el trabajo, sino por dejar de sentir el calor de toda esa gente que he conocido durante muchos años de mi vida y que ahora por causas obvias se irá distanciando, pero… la vida sigue.

A la muerte de su padre en 1986, usted y su hermano José tomaron las riendas del negocio que el patriarca había levantado con sacrificio y trabajo.
Mi padre tomó una decisión muy bien meditada. Apartado físicamente del bar por la edad, aunque solía estar pendiente de su funcionamiento, un buen día antes de fallecer nos llamó a mi hermano José y a mí y nos dijo que fuéramos preparándonos porque el negocio iba a ser para nosotros. 

¿Ha cambiado mucho el mundo de la hostelería desde que usted empezó?

Los tiempos cambian y la hostelería no iba a ser a una excepción. Hay que saber estar siempre en cada momento, pero nunca sin perder la esencia ni la propia identidad. Y hay un detalle que nos marcó. Fuimos uno de los primeros establecimientos de Almería hace décadas en reconvertir determinadas tapas en raciones o medias raciones, apostando de esta manera por un bar acogedor para toda la familia, no solo para hombres como en aquellos años era costumbre.

¿Cómo ve ahora el invento este de ‘los suplementos’ de las tapas?

Es simplemente aumentar la calidad y cantidad de determinadas tapas más elaboradas, siguiendo el modelo habitual de ‘los pinchos’ que se viene manteniendo desde hace muchos años, especialmente en los bares de las provincias norteñas de España. 

¿Es cierto que la primera vez que Juan Carlos I vino a Almería, nada más bajar del avión, pidió al alcalde que lo llevaran a Casa Puga?

Je, je… Es la primera noticia que tengo sobre esta curiosidad… Je, je. Lo que sí puedo decirle es que desde el extranjero han mandado numerosas cartas y postales con la única dirección de Casa Puga-Almería-España sin más, y nos han llegado puntualmente.

¿Cuál ha sido el auténtico secreto de Casa Puga?

Sin género de duda, creo que la cocina ha sido un elemento básico. Un equipo sólido y muy bien preparado con mi hermano José, su mujer, Angustias, y mi mujer, Paqui. Para ellos todo el mérito, gracias a su esfuerzo y dedicación para satisfacer a la clientela.

¿Cuál ha sido la mayor satisfacción que ha tenido en su trabajo?

¿Se lo digo sinceramente? Tener la ‘fórmula mágica’ de que los clientes se convirtieran en amigos. Una amistad fidelizada año tras año y que estoy seguro que continuará.

En la amplia carta de Puga, ¿cuál o cuáles han sido las tapas de mayor éxito?

Posiblemente la ensaladilla rusa, champiñones, jibia acaracolada, boquerones en adobo, gambas con gabardina, riñones a la plancha o calamares o huevos a la plancha con jamón, entre otras.

Una curiosidad. ¿Cuántos años se lleva consumiendo en Casa Puga vino alpujarreño de la Contraviesa? 

Desde que mi padre, procedente de Albuñol, en el año 1947 apostó por el vino de la Contraviesa. Más de medio siglo estuvo trayendo el vino del cortijo Los Salas de Albondón.

¿De cuantos de miles de litros anuales hablamos?

Pues calculo que alrededor de un fudre, es decir, de unos 10.000 litros anuales.

Supongo que en 66 años detrás del mostrador habrá visto gente famosa degustando sus caldos y viandas: Claudia Cardinale, Anthony Quinn, Paco Rabal y un largo etcétera de gente del cine.

No solo del cine. Toreros famosos: Enrique Ponce, Antonio Chenel ‘Antoñete’, Diego Puerta, Paco Camino, José Fuentes y futbolistas como José Ángel Iribar, Álvaro Negredo y otros muchos más. También políticos de todos los colores. Recuerdo al presidente del gobierno Adolfo Suárez cuando le preparamos a sus hijos unos bocadillos porque se iban ese día a Madrid de viaje.

Dígame, Leo, ¿cómo serán los bares de Almería dentro de 30 o 40 años?

Es difícil predecir cómo serán, pero imagino que lamentablemente buena parte de lo que son ahora desgraciadamente se va a perder.

¿Usted entiende que siga siendo locura lo de comprar lotería de Casa Puga cuando según muchos nunca ha tocado el número que llevaban?

Bueno, esa tradición de llevar un décimo de Casa Puga se mantiene intacta desde varias décadas atrás. La tradición se mantiene de abuelos a padres, hijos e incluso nietos, aunque es bien cierto de que nunca se ha dado el primer premio de la Lotería de Navidad. Este pasado sorteo tampoco hubo suerte, pero bueno, tiempo al tiempo.