Chipo Martínez: y la Feria tuvo música

El músico almeriense, en la segunda entrega del espacio de entrevistas de Feria de Interalmería

Antonio Felipe y Chipo Martínez, en un momento de la entrevista.
Antonio Felipe y Chipo Martínez, en un momento de la entrevista. La Voz
Antonio Felipe Rubio
09:00 • 24 ago. 2022

Con la infantil y graciosa media lengua, Joaquín Alberto respondía a una expresión netamente almeriense (cipote) con una simpática variante: “¡chipote!”. Así, y en adelante, aquel zagalillo dejaba de ser conocido por su nombre propio que, como él mismo indica, era más típico de actuales seriales sudamericanos.



Pasados los años, esta circunstancia facilitó que en el mundo de la música Chipo sonase como indispensable en cualquier aventura emprendida por los jóvenes grupos de pop, rock y otros estilos que hicieron vibrar aquellos austeros tiempos de la Almería de los sesenta.



En su entorno familiar, fue una bandurria la culpable de despertarle una faceta; mejor dicho, un don especial. Ese instrumento se acopló inmediatamente a sus manos. Los dedos se situaban con gran agilidad a los trastes y su mano se mostraba inquieta arrancando acordes que nadie jamás le enseñó y que nunca antes experimentó. Estaba claro, Chipo y la guitarra ya serían inseparables. El problema radicaba en que la bandurria fue un regalo ajeno y que él no merecía, pues los boletines del instituto eran el obstáculo para sus pretensiones: una guitarra. La frontera se estableció en librar con éxito suficiente el cuarto curso y la reválida del antiguo bachillerato… y la guitarra fue suya.



Si escuchas a Chipo, enseguida adviertes algo que trasciende de alguien que toca en grupo. La personalidad de Joaquín Alberto es una jovial melodía. Hay pocas personas con las que hablas y que siempre esbozan una permanente sonrisa; es como una constante corriente de optimismo que, muchas veces, eclosiona con risa como si la conversación se quisiera adornar de esas amables inflexiones que sólo podemos apreciar con el adorable sonido de la música.



Optimismo



Para Chipo no hay nadie que merezca una mala crítica: “las cosas se intentan hacer lo mejor que cada uno puede, aunque siempre se puede mejorar”. Con este precedente, es de esperar que cualquier debate sobre política, sociedad, economía… es decir, lo que a todos nos lleva actualmente por el camino de la amargura, Chipo lo afronta casi con una conmiseración franciscana. Ante la reciente historia de Almería y los retos que aguarda su futuro inmediato, su desbordante optimismo siempre encuentra una ventana, un resquicio que siempre se orienta hacia la solución que satisfaga a la inmensa mayoría.



La conversación discurre a bordo del “Peneque Pro”, un crucero de competición que impone nada ver su casco de estilizada eslora, fondo metalizado y varios patrocinadores: Dekton by Cosentino, BMW Automotor Costa y Puerto de Almería. Abordar por el espejo de popa ya advierte del carácter deportivo que transmite su compleja jarcia: burdas, amantillos, winches, escotas, obenques, escotas, drizas… ¡Es una locura! En un velero hay miles de cosas, y cada cosa tiene su nombre. Sería inimaginable pilotar dando instrucciones a la almeriense: “¡tira de la cuerda esa que está al lado de la esta!”.



La mañana se presenta con levante suave que, pronto, arrecia con marejadilla. La experta tripulación hace que la travesía pareciese en un estanque. Se nota la destreza de Miguel Ángel Morales (capitán de Flota Club de Mar), Pedro López Pastor y Raúl de Valenzuela, de quien hemos sabido ha pilotado con el Rey Juan Carlos. Así, con semejante dotación, Chipo estuvo a punto de marcar rumbo a Melilla.


Ha sido una delicia. La conversación con Chipo se abría hacia sus vivencias infantiles en la Feria, recuerdos y fatigas de los bolos por las plazas de media España… tantos y tantos compañeros que hacen de la música y de su genialidad que evoquemos aquel primer beso cuando los Teddy Boys tocaban “Con su blanca palidez”. Siempre habrá una canción en los mejores momentos de nuestras vidas.


Y qué mejor Pregón de la Feria más esperada que el de un auténtico almeriense, que cuando habla, parece música.


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