Crónicas del ayer: la mujer que llegó a Torrecárdenas con un Kinder en la vagina

Han pasado treinta y un años. Segunda quincena del mes de abril de 1992. Son las cuatro y media de la tarde. El día está siendo un fiel preludio de la inminente llegada de la primavera. A esa hora Urgencias del hospital Torrecárdenas estaba más tranquilo que de costumbre. Apenas hay pacientes aguardando su turno en los mostradores de Admisión. Un taxi se detiene ante la puerta de Urgencias del que se baja una muchacha de mediana estatura y complexión delgada. Apresura el paso y se dirige a una de las celadoras de la antesala solicitándole una determinada información. La mujer, con ademanes y gestos pausados le indica los mostradores de Admisión, donde antes de pasar a consulta debe facilitar su nombre, cartilla de la Seguridad Social y el motivo de la atención médica. Quien le atiende es un joven con barba y gafas de alta graduación más interesado en la animada charla con su compañero que de la presencia de la muchacha en el mostrador. 

La joven carraspea, para hacerse notar y el empleado levanta la vista. La muchacha traga saliva. Casi a media voz y hecha un manojo de nervios le comenta brevemente lo que le ocurre. El funcionario del SAS, ni se inmuta. Mira su reloj y le dice que en unos minutos la llamarán de Tocología. Hasta aquí una escena normal. 

La joven se sienta en la sala de espera, al tiempo que el empleado del mostrador se levanta y le ofrece a su compañero de mesa tomar un café en la máquina. El comentario jocoso de uno de ellos y en un todo de voz nada discreto le comenta que la muchacha que había llegado momentos antes a solicitar asistencia médica, tenía un “huevo en la vagina”. 

Una hora más tarde, dos coches del 091 llegan hasta Urgencias. Habían sido alertados desde el centro hospitalario dirigiéndose los agentes directamente al departamento de Tocología. Los rumores sobre el “huevo de la muchacha” iban de boca en boca entre el personal y usuarios que se encontraban en Urgencias acentuándose los comentarios, ante la presencia de los funcionarios policiales. 

Unos quince minutos después, la muchacha de poco más de 25 años salió de la consulta acompañada por dos agentes que directamente la introducen en el vehículo policial. La presencia de la Policía y el traslado de la muchacha en el patrullero despiertan aún más el interés entre los pacientes y familiares. Como por arte de magia el asunto “del huevo” va tomando forma y los detalles del caso sorprendentemente se fueron ampliando con pelos y señales. Alguien dice incluso haber visto el parte médico. 

El” huevo” soporte de un Kinder de chocolate de unos cinco centímetros de longitud no podía ser expulsado por la joven por sus propios medios y necesitó la asistencia de los servicios de Tocología. La sorpresa aumentó al descubrir los médicos que atendieron a la muchacha que en el interior del “huevo” se encontraban ocultas varias papelinas de heroína, por lo que los facultativos ante la presencia de la sustancia estupefaciente pusieron el hecho en conocimiento de la Policía. 

Ahí se perdió la pista de esta historia, aunque evidentemente existen más datos sobre el origen, identidad o residencia de la joven que permanecen en el secreto de las diligencias que fueron instruidas en la inspección de guardia de la Comisaría de Policía de Almería. 

La muchacha, tras prestar declaración ante los agentes y ante las evidencias de las pruebas, admitió conocer el contenido del susodicho “huevo” manifestando que escondió allí la sustancia ante el temor de serle requisada en el transcurso de una redada policial que un día antes había llevado a cabo la Policía en una barriada de la capital asegurando que acudió a Torrecárdenas porque sentía dolores y pinchazos y no podía expulsar el “objeto” intruso. Firmada la declaración, asumiendo haber adquirido la droga para su propio consumo la muchacha quedó en libertad unas horas más tarde.