La primera vez que pisan el escenario al mismo tiempo en Aquí, sufriendo, Paco Calavera, Pepe Céspedes, Kikín Fernández y Alvarito realizan una absurda coreografía sobre la canción ‘Don’t give up on us’ de David Soul (sí, el rubio de Starsky y Hutch) embutidos en trajes de colores, tan ceñidos como delirantes, que contrastan con sus impasibles rostros. No hay mayor afán que hacer reír al espectador a través de un recurso clásico (el payaso impasible) siempre efectivo. Sin más intención ni dobles sentidos, haciendo el humor sin apelar a cualquier otro instinto que no sea el de buscar la carcajada.
En ese número, los cuatro cómicos -a los que cada vez les sienta mejor el traje de actores- presentan su hoja de ruta sobre lo que serán los siguientes noventa minutos de su nuevo montaje teatral -TEATRAL- de nuevo con el sello de Kuver Producciones. Prosiguen así la andadura iniciada en 2010 con Mamocracia y continuada a ritmo bienal, con puntualidad ‘woodyalleniana’, con Qué ratico más bueno en 2012 y Veranico azul en 2014.
Sí, montaje TEATRAL. Porque Aquí, sufriendo no es un refrito de monólogos ni un ‘Club de la Comedia Almería Deluxe’, como algunos parecen esperar aún. Algo que ellos mismos se toman a guasa en el autoparódico vídeo con el que reciben al público.
Puede que el tema de fondo -las crisis del bolsillo y del alma- esté cogido con pinzas, lo que no impide que las historias de estos “cuatro cipollos”, como reza el subtítulo del espectáculo, tengan más en común de lo que parece a simple vista: sus protagonistas afrontan los meneos de la vida con ese estoicismo tan almeriense de quien se ha curtido bajo el sol, entre ‘tapicas’ y desidias varias.
Calavera, Céspedes, Alvarito y Kikín -los cuatro escriben y el último asume la dirección del montaje- se presentan por primera vez desde que empezaron a funcionar con espíritu de compañía teatral sin esa quinta presencia, siempre femenina, que les daba las réplicas. Si tienen que interpretar a mujeres, ellos se bastan (y qué pena que no lo hagan más). Y si tienen que multiplicarse para los numerosos cambios de vestuario, también. Este es su discurso
-posiblemente, el humor que más disfrutan- y por eso lo defienden a pelo, sin bailarinas ni otras distracciones.
En Aquí, sufriendo caben todos sus referentes: del primer Woody Allen a Tricicle, de Chris Rock a Will Ferrell, de Sacha Baron Cohen a los ‘Chanantes’. Hay espacio para el humor de tiralíneas y para el trazo grueso. Para las risas escatológicas y las blancas. Para la comedia de situación y la revisión de géneros cinematográficos.
Irregular por (poquitos) momentos como cualquier obra formada capítulos independientes, las mejores piezas (al menos cuatro son magistrales) están mejor escritas e interpretadas que las más brillantes de sus anteriores obras.
Habrá espectadores que preferirían quedarse -y que ellos se quedaran- en sus (fantásticos) monólogos plagados de referencias a lo almeriense. Otros aplaudimos que manteniendo su inequívoco humor indálico -rasgo que no tiene por qué traducirse siempre en explícitos localismos- sigan explorando caminos sin perder la sonrisa.
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