Un halo de misterio envuelve al oficio de escritor: su trabajo en soledad, sus manías, si recibe o no la visita de las musas. Tres narradores almerienses -dos noveles, Mónica Sánchez (‘Vivir del cuento’) y Emilio Picón (‘Primera persona’), y uno con mayor recorrido, Fernando Martínez López (‘Tu nombre con tinta de café’)- dieron respuesta ayer, en una mesa literaria de la Feria del Libro, a algunas de estas incógnitas.
¿Planificación o brújula a la hora de escribir?
Mónica Sánchez: “Yo empiezo con buenas intenciones, intentando planificarlo todo y con un final cerrado, pero al desarrollar a los personajes soy un poco brújula”.
Emilio Picón: “A mí lo que me importa es el fondo. Busco una idea, un acto que desencadene todo lo demás y, a partir de ahí, me entrego a la humanización, me preocupa el alma de mis personajes. Y no me duele volver atrás y reescribir cosas”.
¿Escribes para que te lean?
Fernando Martínez López: “A mí me tiene que motivar lo que escribo, pero busco que también motive al lector”.
M.S.: “En el fondo, todos escribimos para que nos lean”.
E.P.: “Yo siempre he escrito para mí. Mantener un diálogo conmigo mismo me permite resolver ciertos conflictos internos. No he vivido demasiado eso de retroalimentarme de lo que te dicen los lectores”.
¿Cómo llega la idea inicial?
E.P.: “Yo recurro a la memoria emocional. Decía Hemingway que no se puede escribir de lo que no se ha vivido y estoy en esa fase”.
F.M.L.: “Tengo que confesar que cuando se me ocurre una idea, no descanso hasta que la escribo”.
M.S.: “A veces, hay determinadas circunstancias, una noticia, una conversación, que te inspiran. Sin embargo, basta que quiera escribir sobre algo para que no pueda”.
F.M.L.: “Precisamente, mi novela ‘Fresas amargas para siempre’ surgió de una noticia. Leí que un recluso había sido abatido por un francotirador en una cárcel francesa, en un lugar donde debía de estar seguro y vigilado”.
¿Has sufrido el bloqueo literario?
E.P.: “Escribiendo no, pero entre proyectos sí”.
F.M.L.: “Gabriel García Márquez sufrió un bloqueo brutal con ‘Cien años de soledad’. Le faltaba algo y atravesó una situación bastante precaria hasta que lo encontró”.
¿Os obsesiona el principio de vuestras novelas?
F.M.L.: “A mí sí. Intento que el primer párrafo o las primeras páginas incluyan un diálogo brillante o una descripción maravillosa aunque luego puedas sufrir una decepción”.
M.S.: “Es una cosa que me obsesiona, que el lector se enganche desde el principio”.
¿Cómo es la fase de corrección para vosotros?
E.P.: “Escribo capítulos breves como piezas narrativas casi autónomas para que el lector tenga casi la tentación de volver sobre ellos y los voy corrigiendo conforme los escribo”.
F.M.L: “Soy un obseso de las correcciones y vuelvo sobre cada párrafo”.
¿Creéis que se alargan las novelas de manera artificiosa?
E.P.: “Sí, aunque yo me muevo más en la contención”.
¿Dejáis vuestros manuscritos a otros?
M.S.: “Yo sí, se los mando a profesores de literatura y a grandes lectores”.
E.P.: “Me siento más feliz escribiendo desde que no se los dejo a nadie”.
F.M.L.: “En mi caso, hay personas que casi me lo piden. Sobre las sugerencias que me hacen, reflexiono, a veces las acepto y otras no”.
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