Un escritor fuera de plano

Un ensayo de Jesús Alacid analiza la interculturalidad de Agustín Gómez-Arcos

Jesús Alacid con un ejemplar del ensayo que ha publicado la editorial de la UAL y el IEA.
Jesús Alacid con un ejemplar del ensayo que ha publicado la editorial de la UAL y el IEA.
Marta Rodríguez
19:36 • 20 ene. 2017

Un escritor fuera de plano. Eso es Agustín Gómez-Arcos. Un creador desplazado que escribe desde la lengua del otro, un productor de arte intercultural. Es la idea sobre la que se sostiene un ensayo del profesor Jesús Alacid (Alicante, 1979) que ha publicado la editorial de la Universidad de Almería (UAL) y el IEA y que se presenta este lunes 23 de enero, a las 19 horas, en el Centro Unicaja de Cultura de la capital.




Con el título ‘La narrativa de Agustín Gómez-Arcos: interculturalidad y memoria’, la gran aportación del libro es que trata de romper con una idea que, según su autor, constriñe nuestra perspectiva de la literatura. Una idea que tiene que ver con las coordenadas habituales que relacionan una lengua con un estado-nación. Coordenadas de las que se sale por completo el novelista y dramaturgo de Enix.




“La realidad literaria no responde a esta taxonomía. Son muchos los escritores desplazados que escriben desde la lengua del otro. La literatura es, desde mi punto de vista, una forma de entender las relaciones culturales que se establecen en todo lugar y tiempo y que constituyen la verdadera cultura humana. Arcos es un autor universal que debemos sacar de la desmemoria y hacer de él un elemento más de nuestro acervo cultural común”, sostiene Alacid a LA VOZ.




Cuatro obras
La obra, que es la versión ensayo de la tesis doctoral de este profesor del Liceo Francés de Madrid, se basa en el análisis de las cuatro novelas de Gómez-Arcos que representan los ejes de la interculturalidad que atraviesa su narrativa. 




De “una novela intercultural iniciática, es decir, la primera novela en la que Arcos se enfrenta a una lengua (con todo lo que eso implica) y a unos lectores otros” a “la primera obra en la que critica abiertamente la falta de apertura al otro que ve y experimenta en París”, pasando por “la última novela publicada por el autor, donde se refleja una normalización de la interculturalidad tal que ni siquiera se especifica la lengua en que hablan personajes de diferentes procedencias” y su último trabajo, “aún inédito, en el que recupera su memoria personal para relacionarla con la memoria de España y Europa durante el siglo XX y puesta por una memoria y una sociedad intercultural”.




Exiliado político y cultural
En palabras de Alacid, Arcos está entre las categorías de exiliado político y exiliado cultural. “Es un escritor acosado por la censura franquista y acuciado por el prestigio cultural de otros países de Europa. Su exilio no resultó nada fácil, de hecho, desde el momento en que sale de España hasta que puede vivir de su escritura pasan unos diez años. Arcos no tiene, por lo tanto, presente su exilio en la primera novela que escribe, como puede suceder en escritores que no dejan de escribir a pesar del exilio”. 




Lo que sí tiene el escritor de origen almeriense, continúa este alicantino afincado en Madrid desde hace quince años, es “un estado de interculturalidad muy avanzado: ya está inserto en la sociedad, la cultura y la lengua del otro. Pero eso no suprime el bagaje cultural que trae del otro lado de la frontera”.




Esta interculturalidad no debe entenderse, sin embargo, como una ausencia de raí­ces, porque muchas de sus novelas francófonas suponen un regreso literario a sus raíces culturales. “La experiencia del exilio supone muchas veces una reafirmación y construcción frente al otro de las raíces originales. Pero en Gómez-Arcos se produce una interrelación de las lenguas, las culturas, las memorias, y las sociedades que ha vivido y le han constituido”, señala el autor. 


Esto se refleja en las señas de interculturalidad que aparecen en “las temáticas abordadas, la libertad creadora, las latencias lingüísticas, la constitución de los personajes, los espacios, los tiempos, los intertextos…”. “No hay que olvidar que Arcos visita cada año España durante todo su periodo de escritor de novelas en francés”, concluye. 


Así descubrió al autor de ‘El cordero carnívoro’
Jesús Alacid descubrió a Agustín Gómez-Arcos gracias a los padres de su compañera, ambos hispanistas franceses, que le recomendaron leerlo pues conocían su compromiso e inclinación por la memoria reciente de España, por la memoria y el reconocimiento de las víctimas de la desmemoria en la que, a su juicio, ha estado sumido nuestro pueblo. “Por otra parte, la figura de Arcos podría suponer un referente para entender la transculturación en la que me encontraba inmerso en ese momento”, expresa el profesor.


Lo primero que leyó fue una obra de teatro escrita en los 70: ‘Interview a Mrs. Muerta Smith por sus fantasmas’. “Esta pieza me pareció el grito desgarrado de alguien que experimenta con preocupación el momento histórico que le ha tocado vivir”, apunta el autor de ‘La narrativa de Agustín Gómez-Arcos: interculturalidad y memoria’.


Luego, con sus escasos conocimientos del francés, leyó ‘L’agneau carnivore’ (‘El cordero carnívoro’), la primera obra del autor escrita directamente en francés. “Me sorprendió sobre todo la extrema libertad del escritor. Esa libertad que solo puede proporcionar la desaparición de los tabúes que impone la lengua materna y, cómo no, de una dictadura”, dice. 


“Arcos encuentra en el francés y en el mundo editorial del país vecino la libertad absoluta para contar una historia que mira hacia una herencia social y cultural que, desde el punto de vista de la narración, merece ser destruida. ‘El cordero carnívoro’ es una novela de destrucción simbólica para un renacimiento también simbólico que pasa por la apertura a la alteridad”.


Alacid considera que si no fuera por instituciones públicas como la UAL y el IEA, empresas como la editorial Cabaret Voltaire e investigadores y amigos del escritor almeriense, con José Heras y Antonio Duque a la cabeza, Arcos habría sido olvidado por completo aquí y en el mundo. “Es un precioso legado que debemos preservar y compartir”.



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