La historia del llamado Grupo Salmerón reúne todos los ingredientes para una buena novela: en los años 20 del pasado siglo, se registró un fenómeno migratorio entre Almería y Nueva York a través del cual decenas de familias -la mayoría de Alhama- se establecieron en Brooklyn en busca del gran sueño americano y huyendo de los estragos económicos que dejó la Primera Guerra Mundial. El estallido de la contienda en su país impidió su regreso, de modo que crearon una asociación con el nombre de su paisano más ilustre y basada en sus ideales para apoyar al ejército republicano y a sus familias. Un colectivo que sirvió como “elemento aglutinador” y fue “su España en América”.
Este relato de emigración y de personas hechas a sí mismas ha despertado la curiosidad de la escritora María Dueñas, que ha viajado hasta Almería para conocer qué pasó con aquellas familias a las que la historiadora María del Carmen Amate sigue la pista en el libro ‘El Grupo Salmerón en Brooklyn. Alhameños en Nueva York’ (IEA, 2011).
Según ha podido saber LA VOZ, tras hacerse con la obra, la autora de ‘El tiempo entre costuras’ ha mantenido al menos un encuentro con la investigadora almeriense al que también asistió Elisa Castellón, sobrina del pintor Federico Castellón, cuya familia (originaria de Alhabia) siguió idéntico recorrido que el Grupo Salmerón: emigró a Estados Unidos en 1921 y se estableció en el corazón obrero de la Gran Manzana.
La fascinación de la escritora manchega por esta historia almeriense -que queda patente en su desplazamiento a la ciudad- podría responder al hecho de que vaya a incorporarla de algún modo a su próximo proyecto. Y no es de extrañar ya que viendo el argumento de ‘El tiempo entre costuras’ (Planeta, 2009) -una de las obras más vendidas de la literatura española en los últimos años-, existen ciertos paralelismos. Porque el destino de Sira Quiroga, joven modista que abandona Madrid meses antes del golpe de estado del 36 empujada por la tensión, está marcado también por la emigración y la guerra.
Influencia
El influjo del Grupo Salmerón perduró en el tiempo más de lo imaginable. Terminada la Guerra Civil española, prestó apoyo a los refugiados y exiliados. Además, según detallaba a LA VOZ en 2011 la investigadora María del Carmen Amate, se convirtió en un “instrumento de solidaridad, apoyo y formación para los más jóvenes”.
En esa entrevista, Amate destacaba el carácter visionario de estos almerienses, que vieron la integración en la sociedad norteamericana el salvoconducto a un mañana mejor. “En su mayoría eran familias de agricultores, con una formación muy limitada, pero tenían claro que sus hijos tenían que promocionar a través de la educación”.
En Estados Unidos, los inmigrantes no solían acceder a la universidad hasta la tercera o cuarta generación. “Pero en el caso de estos almerienses lo hacen en la segunda generación, como los judíos. Esa primera generación, nacida ya norteamericana, acude a la universidad en un noventa por ciento”, decía.
Además, los integrantes del Grupo Salmerón defendieron los ideales del político alhameño de igualdad, justicia, libertad, ética y esfuerzo personal. Supieron llevar esos valores a Estados Unidos y la vida acabó dándoles la razón: aquellos chicos, procedentes del medio rural, de un nivel medio-bajo, acabaron ocupando puestos relevantes de la vida social y de investigación.
Y no sólo eso. Los descendientes de esos almerienses valientes han sabido mantener el contacto: se reunieron en Long Island en 2012 y recibieron el homenaje de la que fue la tierra de sus antepasados, Alhama, en 2013. Una historia, sin duda, digna de una novela.
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