Las disciplinas orientales basan la práctica del cultivo del ser humano, en tablas de ejercicios de ejecución lenta y consciente. Con ello se refuerza el equilibrio personal a todos los niveles. Está demostrado que ello supone una potente herramienta de crecimiento personal, que yo practico desde hace tiempo y donde encontré fundamentalmente a mujeres. Hoy paseamos de la mano de una de las profesoras que más paz me han reportado. Ella es Amanda Toledo Gómez, almeriense. Y comenzamos a dialogar de manera fluida, como si arrancase una de sus clases.
El deporte fue mi faro. El deporte no solo da bienestar físico sino mental. A mí me ubicó. Yo estaba estudiando Magisterio de Inglés y por circunstancias de la vida me cambié al de Educación Física y cambió mi vida para bien. Y dentro del deporte empecé a conectar con esta parte del cuerpo-mente.
¿Qué han supuesto para ti estas disciplinas?
Yo era la típica chica fitness de sudar, pero yo vi que eso no era para mí. Conocí la disciplina del Body-Balance (equilibrio cuerpo-mente) y sentí que me gustaba, que se me quedaba corto, por eso hice la formación de Yoga, retiros...
Como usuaria del Yoga, ¿qué te ha aportado si lo tuvieses que resumir en pocas palabras?
Gracias al Yoga descubrí que mi felicidad depende solo de mí. La vida es como tú quieres que sea, el eterno dilema del vaso medio lleno o medio vacío. Se puede resurgir como el ave Fenix, incluso pienso que es necesario. De un drama uno se catapulta a la superficie. Yo soy muy autodidacta, descubrí que en el mundo espiritual están las personas que se han sentido muy arrinconadas y han tenido que buscar algo más, a sentir que esto no puede ser todo lo que la vida da. En la India se estima como valor cuando los niños son pequeños, que pasen por problemas para poder resurgir. Fue mi caso a raíz de un drama familiar.
¿Cuánto tiempo llevas de profesora de actividad cuerpo-mente?
Cinco años.
¿Y a qué se debe que haya muchas más usuarias que usuarios en este tipo de actividades?
Porque se asocia a lo que es femenino y a lo que es masculino. En estas actividades cuerpo-mente hay que estar con tu yo muy presente y para eso se requiere cierta sensibilidad, reconectar con una misma. Esto, los hombres en occidente todavía lo sienten como algo femenino. Lo ven como un ejercicio más débil, aunque tengo que decir que mis alumnos masculinos se sorprenden y se enganchan. Hay muchos tipos de Yoga y se están dando cuenta que esto es otra cosa a lo que ellos pensaban.
Quizá las mujeres lo hemos interiorizado como algo propio, porque vivimos en encrucijadas permanentes donde no llegamos a todo. Y en ese proceso de mitigar estrés recurrimos a estas prácticas donde no cuenta la competición, nos podemos relajar y descubrirnos a nosotras mismas, quizá por primera vez, cada una a nuestro ritmo.
Totalmente de acuerdo, la competición no interviene en ningún objetivo de estas prácticas, más que el de superarte, ponerte en camino.
¿Y hay una edad o un tipo de Yoga en concreto para empezar?
Depende de cuáles sean tus inquietudes así debes de elegir. La gente muy nerviosa, por ejemplo, no la puedes sentar a meditar de primeras —Es mi caso, Amanda, yo siempre estoy haciendo la lista de la compra cuando he intentado meditar—. Vale, pues tú tendrías que hacer un Yoga del movimiento, así tu mente no se va a otro sitio. Ese es el Vinyasa, estás en movimiento todo el tiempo intentando conectar con tu respiración y no tienes espacio para nada más. Pero hay muchas maneras de meditar. Meditar no solo es sentarse y recitar mantras. Caminar, coser, dibujar..., cada persona medita de una manera. Yo, por ejemplo, dibujo. No hay edad para empezar en yoga y pilates y hay que hacerlo poco a poco.
Las asanas (las posturas de Yoga) son moldeables a cada personas y hay de muchos tipos. Pero a mí siempre me ha dado cierto reparo el tema lesiones si las haces mal.
Claro, cuando tú llegas a una clase lo primero que tienes que hacer es presentarte al profesor, comentar si tienes algo que cuidar y el profesor tiene que dar muchas opciones. La práctica depende de cada persona.
Se insiste en Yoga con la postura boca abajo, que parece tener mucho peso, ¿por qué?
Porque en Yoga se trabajan las poses físicas para entrar en estados mentales. Si tu estiras y abres tu cuerpo, abres tu mente; si tú pones tu cuerpo boca abajo, mejoras el sistema circulatorio, el linfático, los órganos se masajean dentro de tu caja torácica, algo a lo que no están acostumbrados y eso se ha demostrado que es bueno para la salud. Pero, además, al poner tu mundo del revés, lo estás viendo desde otro punto de vista, que es siempre muy interesante. Pero claro, no todo el mundo puede hacerlo todo.
Pero, ¿cuándo sabes tú que debes de insistir? Yo he visto en clases de Yoga a gente que ya tiene un cierto nivel, que me decía que había que pasar una fase de sufrimiento para acostumbrar al cuerpo.
Claro, ese es el equilibrio. Hay un termino en Yoga que se utiliza mucho que es “Ahimsa” que se traduce como el concepto de la no violencia aplicado, primero sobre nosotros mismos. Y al tiempo tienes que usar el “sweet-pain” (dulce dolor) que significa que tienes que retar un poco a tu cuerpo para llegar a otros sitios. Ese sería el equilibro. En el Yoga no hay competición entre nadie, solo está tu superación personal.
Y, ¿hay que saberse esa especie de tabla periódica de los nombres de las asanas, memorizar los mantras para progresar?
No, no es necesario saberse nada. El Yoga no es solo hacer las asanas, es mucho más, es una filosofía. En el momento en el que tú te sientas para respirar ya estás haciendo Yoga, las poses son un medio para respirar, no es el fin. Y cada uno tiene que encontrar su camino para conectar consigo mismo.
¿La música tiene mucho que ver con la práctica del Yoga?
Pues, también depende. Yo me formé con clases sin música, pero como profesora he notado que la música ayuda a conectar. La música suele ser tranquila. La gente empieza incluso algo nerviosilla la clase y la gente agradece una música suave. Empecé con música oriental, pero he ido poniendo la que a mí me gustaba, clásica, instrumental, jazz...
¿Es bueno dividir a los alumnos por niveles o es mejor la mezcla de niveles en una clase?
Los distintos tipos de Yoga ya son en sí mismos una separación de niveles, porque cada uno exige una práctica diferente y un nivel físico también diferente, y eso hace la separación por niveles, pero no lo hace el profesor, lo hace el propio alumno. Pero dentro del mismo tipo de Yoga no hay que diferenciar niveles porque todo es personal.
Cuando das el salto y el Yoga entra en tu vida, eso implica cambios de alimentación, de pensamiento en tu relación con el mundo, con la Naturaleza, no sé, ¿te vuelves animalista, por ejemplo?
El Yoga es parar en seco. Y yo me he dado cuenta que cuando paras en seco ves cosas que no veías en tu vida de ritmo frenético. una conexión con la Naturaleza, pues también, el efecto: estanque revuelto. Es como si la mente fuese como un estanque con lodo revuelto que cuando dejas que repose el agua se vuelve clara y el lodo baja al fondo. El Yoga es parar-respirar-resetear, no dejarse llevar por las emociones. Nuestro ritmo de vida no nos ayuda a no tomarnos las cosas tan a pecho. Con el Yoga empecemos a desapegarnos de cosas que no necesitamos. Y con ese ejercicio de consciencia cambia tu percepción de las cosas. Si empezamos a escuchar nuestro cuerpo y vemos lo que no nos sienta bien de lo que comemos, haremos cambios que nos ayudarán, nos sentiremos mejor y todo eso ayudará a nuestras relaciones sociales. En definitiva, el Yoga te ayuda a abrir los ojos, a abrir el tercer ojo.
El Yoga entonces, ¿es la nueva manera de trabajar nuestra espiritualidad desde el siglo XXI si lo hacemos nuestro?
Sí, totalmente. Mira, mindfulness (atención plena), es la meditación llevada al presente desde la práctica de la psiquiatría. La paciencia es otra cosa que hay que trabajar, todo requiere su tiempo y no tenemos paciencia, queremos resultados inmediatos y eso no es así.
¿Crees que debería de impartirse el Yoga en los colegios, en los trabajos para conseguir estos objetivos tan beneficiosos? ¿Seríamos gente más pacífica, mejores como sociedad?
Sin duda, nos ayudaría a cambiar todo este esquema mental que comentábamos de seres reactivos y acelerados. Todo va muy deprisa en el mundo actual y nos desapegaríamos de cosas que nos esclavizan más que aportarnos bien. La dependencia generada con objetos o con personas. Ya hay muchos países que lo están haciendo, por supuesto en la India. Yo tengo compañeras que hacen Yoga como profesoras en sus clases y me cuentan que cambia el clima de clase, la relación de los niños entre ellos va a mejor, son más empáticos, más sensibles.
¿Cómo se distingue a un buen profesor de Yoga de uno malo? Porque podríamos pensar que al estar de moda hay mucho intrusismo.
Claro, con eso hay que tener cuidado. El yoga es conexión con uno mismo. Los tutoriales de Youtube no es la mejor manera de empezar. Y si estás pendiente de hacerte las fotos para el Instagram en lugar de con la unión contigo mismo, pues eso ya no es yoga si lo haces por sistema, es ejercicio físico. Y un buen profesor tiene que predicar con el ejemplo, más que tener conocimientos infinitos de Yoga. Se le distingue por sus hechos, si practica lo que predica.
Cuéntame un caso que te haya llamado la atención de tus alumnos de cambios experimentados en ellos.
Pues el Yoga es fluir. En las meditaciones se deshace ese nudo de emociones que llevamos dentro y que nos hace enfermar. Hay que dejar que salga ese nudo de una manera serena. Yo he visto en las meditaciones que hay gente que termina embarracada, llorando, porque ha conseguido deshacer ese nudo. Y eso es bueno.
Y en esta linea ahora estás con este nuevo proyecto, Magia Balance, un estudio en la calle Navarro Rodrigo que está abierto desde el pasado marzo, y que habéis montado tres socios, dos chicos y tú, donde ejerces de gerente. Tenéis clase programadas, talleres y muchas ganas de mostrar esta sala a Almería. Abrir una empresa en el centro es un acto de valentía hoy por hoy ¿Cómo lo habéis llevado?
Pues con mucho papeleo, estamos en una planta primera sin ascensor que podría ser un hándicap, pero no ha habido ningún problema. Hay gente que prefiere estos centros de clases de no más de 10 personas, sin masificar, donde la práctica es menos hostil. Sobre todo para la gente más tímida. Se hacen grupos muy apañados, más familiares. Nosotros como empresarios tenemos que trabajar y pelear más que en un macrocentro, pero como profesor agradeces grupos pequeños. Tenemos toda la información de Magia Balance en Instagram o en Facebook para quien se anime a conocernos.
Para finalizar ¿Para un yogui es imprescindible ir a la India?
Todavía no he ido, pero yo quiero ir, yo creo que sí.
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Acompasar la cabeza con los pulmones, acopiando ilusión y paciencia para no dejar de hacerlo cada mañana, de eso trata vivir. Y si queremos un mundo distinto, deberemos de ser conscientes de lo importante que es desaprender a ser eficientes de la manera que hemos practicado desde niños. Porque nadie nos enseñó realmente a conectar con la Naturaleza en toda su extensión como fuente de nuestro contento. Nunca es tarde para mirarse por dentro y desatar todos los nudos que nos oprimen el alma. Gracias a Amanda y a todos los que nos enseñáis a intentarlo cada día desde esta ciudad. Namasté.
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