El libro definitivo de la ‘munira’ Pilar Quirosa

La mirada dulce de Pilar Quirosa-Cheyrouze vuelve a salir al encuentro del lector a través de las páginas de un libro. El Instituto de Estudios Almerienses (IEA) acaba de lanzar acaso el homenaje que más hubiese estremecido a la poeta, desa­parecida de forma inesperada hace justo un año. Se trata de una antología que se antoja algo así como un imprescindible. Su obra definitiva (si es que eso es posible en el caso de una escritora con tantas aristas).

‘Munira. Antología poética. Pilar Quirosa-Cheyrouze’ es el título de un volumen que ha coordinado la catedrática de Lengua y Literatura Española y jefa del Departamento de Arte y Literatura del IEA, María Dolores García de Madariaga. 152 poe­mas seleccionados e introducidos por ella misma, Juan José Ceba y Virginia Fernández Collado que podrían ser definidos como una suerte de “memoria de sus libros de versos”, según reza la contraportada.

La palabra ‘munira’ que da título a esta antología significa ‘luminosa’ y es una voz árabe muy querida por la propia Pilar, quien a lo largo de 224 páginas toma la voz emocionada al devolver a las estanterías de las librerías textos extraídos de quince de sus obras, de ‘Orión’ (1990) a  ‘Acqua alta’ (2018), pasando por ‘Arenal de silencios’ (1992), ‘Deshabitadas estancias’ (1997) y ‘Valle de Lanz’ (2014), entre otras.

Como se indica en la ‘Nota a la Edición’, desde el principio de la relectura de los poemarios de Pilar el equipo de trabajo determinó poner especial atención en ‘Memorial Shadow’ (2016), “libro de prosa poé­tica, de poesía descarnada y bella, escrita de manera radical en su trance de lucha”, es decir, durante la enfermedad. Así, algunos “fragmentos candentes” de esta obra aparecen en la antología, que recoge asimismo canciones para la infancia del libro que escribió para su sobrina, ‘Palabras para Elena ...y otros poemas’ (2004).

Precedida de una biografía y un estudio de la producción poé­tica de Quirosa-Cheyrouze, la edición constituye “la principal aportación” del IEA a una “figura entrañable que estuvo muy vinculada con los fines culturales de esta institución”, apuntan desde Diputación.

Tal y como concluye en la contraportada, Pilar fue afinando en su poe­sía la forma, sus matices y lo eterno de la fugacidad. “El verso liberado es ya la forma natural en que su alma se agolpa en la garganta, cada día, e irrumpe con la fuerza que le afirma en la tierra”.