Marta Rubí
13:21 • 03 nov. 2011
Como una “firma de Dios de que este camino nos lleva a la meta a la que estamos llamados”, define la madre superiora de las Siervas de María en Almería, sor Encarnación, la beatificación de Sor Catalina Irigoyen Echegaray. Tras la canonización de la fundadora de la orden, Soledad Torres Acosta, la entrega a los enfermos de Sor Catalina es la segunda de la congregación en ser puesta como ejemplo por la Iglesia católica, de tal forma que “se eleva el propio carisma de las Siervas de María a los altares”, considera sor Encarnación, ya que cree que Dios confirma que la vida de entrega de las monjas las santifica.
Una comisión de hermanas de la congregación en Almería asistieron el pasado sábado a la ceremonia en Madrid junto a otras 570 llegadas de todo el mundo. “Fue una inyección de optimismo y de sentido congregacional”, dice la madre superiora, “ver los rostros jóvenes de las hermanas filipinas, africanas, sudamericanas...” El envejecimiento de las religiosas que viven en los conventos europeos y la escasez de vocaciones que se vive en España recibió así un impulso de manos de la nueva beata, cuyo lema -“Solo sirvo para servir”- es destacado por sor Encarnación como ejemplo, “no sólo para las religiosas, sino para todo el mundo” ya que enseña “cómo no hacen falta grandes cosas para ser santo”.
Sor Catalina “hizo de Madrid su templo” y siguió curando a los enfermos una vez en el cielo: el milagro que le ha valido el reconocimiento del Vaticano consistió en la curación de un médico. “Su mujer estaba en la capilla del hospital llorando cuando se le acercó una Sierva de María, sor Silvana, y le sugirió que encomendaran la curación a Sor Catalina”, relata la madre superiora en Almería. En la ceremonia de beatificación estaba de hecho la familia del médico -él falleció finalmente por otra causa-, así como un colega suyo que le operó y vio el milagro, “y se convirtió por ello”, dice sor Encarnación.
Las religiosas han celebrado en Madrid un triduo de acción de gracias que ha permitido alargar la convivencia de todas las hermanas llegadas de distintos países: “La primera misa fue muy emotiva porque tuvo lugar en la parroquia de Santa Isabel y Santa Teresa, de la que dependía antes la Casa Madre de las Siervas de María; también estuvimos en San Fermín de los Navarros y en la capilla de la Casa Madre, que muchas hermanas no conocían”.
La diócesis de Almería también festejará la nueva beatificación con una misa el próximo 13 de noviembre, a las 11.30 horas, presidida por el Obispo en la Catedral.
Un error de 40 años
La beatificación de sor Catalina Irigoyen Echegaray la equipara a su fundadora, Soledad Torres Acosta, al menos en el callejero de Almería ya que a pesar de que la beata Soledad fue ya proclamada santa hace cuarenta años, la placa de la calle que lleva su nombre no se ha actualizado. La madre superiora de las Siervas de María explica que se ha solicitado el cambio en numerosas ocasiones al Ayuntamiento de Almería, que cuatro décadas después mantiene el error por pura dejadez.
Una comisión de hermanas de la congregación en Almería asistieron el pasado sábado a la ceremonia en Madrid junto a otras 570 llegadas de todo el mundo. “Fue una inyección de optimismo y de sentido congregacional”, dice la madre superiora, “ver los rostros jóvenes de las hermanas filipinas, africanas, sudamericanas...” El envejecimiento de las religiosas que viven en los conventos europeos y la escasez de vocaciones que se vive en España recibió así un impulso de manos de la nueva beata, cuyo lema -“Solo sirvo para servir”- es destacado por sor Encarnación como ejemplo, “no sólo para las religiosas, sino para todo el mundo” ya que enseña “cómo no hacen falta grandes cosas para ser santo”.
Sor Catalina “hizo de Madrid su templo” y siguió curando a los enfermos una vez en el cielo: el milagro que le ha valido el reconocimiento del Vaticano consistió en la curación de un médico. “Su mujer estaba en la capilla del hospital llorando cuando se le acercó una Sierva de María, sor Silvana, y le sugirió que encomendaran la curación a Sor Catalina”, relata la madre superiora en Almería. En la ceremonia de beatificación estaba de hecho la familia del médico -él falleció finalmente por otra causa-, así como un colega suyo que le operó y vio el milagro, “y se convirtió por ello”, dice sor Encarnación.
Las religiosas han celebrado en Madrid un triduo de acción de gracias que ha permitido alargar la convivencia de todas las hermanas llegadas de distintos países: “La primera misa fue muy emotiva porque tuvo lugar en la parroquia de Santa Isabel y Santa Teresa, de la que dependía antes la Casa Madre de las Siervas de María; también estuvimos en San Fermín de los Navarros y en la capilla de la Casa Madre, que muchas hermanas no conocían”.
La diócesis de Almería también festejará la nueva beatificación con una misa el próximo 13 de noviembre, a las 11.30 horas, presidida por el Obispo en la Catedral.
Un error de 40 años
La beatificación de sor Catalina Irigoyen Echegaray la equipara a su fundadora, Soledad Torres Acosta, al menos en el callejero de Almería ya que a pesar de que la beata Soledad fue ya proclamada santa hace cuarenta años, la placa de la calle que lleva su nombre no se ha actualizado. La madre superiora de las Siervas de María explica que se ha solicitado el cambio en numerosas ocasiones al Ayuntamiento de Almería, que cuatro décadas después mantiene el error por pura dejadez.
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