Alexis Díaz Pimienta: “Soy un ambicioso onírico, siempre quiero más”

Entrevista con el repentista y escritor cubano establecido en Almería

Díaz Pimienta con una selección de sus discos favoritos. (Foto: Carmen K. Salmerón).
Díaz Pimienta con una selección de sus discos favoritos. (Foto: Carmen K. Salmerón). La Voz
Carmen K. Salmerón
07:00 • 06 mar. 2020

Cuando Alexis Díaz Pimienta salió de Cuba, se estableció en Almería. Alexis aportó su carisma y desparpajo cubano, y Almería le otorgó hijos y nietos. El activista de la décima es de creatividad torrencial y sin fronteras. Tiene publicados cuarenta libros, acumula múltiples premios internacionales, ha sido traducido a diez idiomas, dirige la Cátedra de Poesía Improvisada de la Universidad de las Artes de La Habana, codirige el Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado.



Recientemente ha publicado un thriller meteorológico ambientado en La Habana, 'El huracán anónimo', se haya enfrascado en la grabación de un audio libro en verso de 'El Quijote' junto a otros artistas, y estrena en breve 'Sin miedo al Décimavirus', un monólogo que promete como poco “enfermar” de risa. Descubramos el retrato musical de nuestro habanero-almeriense.




¿Qué soñabas con 18 años?
He sido muy monótono con los sueños: siempre he soñado con lo mismo, con la literatura y el repentismo en el mundo del arte, de la creatividad. Ya desde niño tenía clarísimo que mi destino era la poesía, tanto oral como escrita, y por extensión la literatura.




¿Queda algún sueño sin cumplir?
Soy un ambicioso onírico, siempre “quiero más”. Me quedan muchas cosas por escribir, mucho por decir, y muchos géneros por tocar. He escrito novela, cuento, ensayo, novela histórica, novela psicológica, pero siempre hay otros territorios por descubrir. Ahora, por ejemplo, me estoy metiendo en el mundo del teatro y del guión cinematográfico. Son nuevas puertas que se abren y con las que sueño seguir haciendo y contando cosas.




¿Cuál es esa comida que te pierde?

Soy muy sopero. Me gustan los platos populares, la comida casera, por ejemplo, la comida cubana es muy popular, muy de andar por casa, y muy deliciosa. También me gusta la comida alpujarreña; las migas, las gachas, las papas a lo pobre. No me atraen lo que llaman exquisiteces.




Recomiéndanos una novela que haya supuesto un punto de inflexión en tu vida.
La novela que marcó mi vida fue “Manhattan Transfer”,  de John Dos Passos. También la literatura mágica; cualquier novela de García Márquez (piensa), y la cuentística, la narrativa corta (Borges, Cortázar), me atrapó casi más que la novela.




¿Y ese disco sin desperdicio?
Casi toda la discografía de Silvio Rodríguez es monumental a nivel poético y musical.




¿Qué música te transporta a la infancia?
Bola de Nieve. Beni Moré. Mi padre y Beni Moré eran amigos. También de Compay Segundo. Recuerdo que de pequeño me sentaba en sus rodillas y me contaba largas historias. En mi casa había muchas reuniones de músicos (piensa), el Punto cubano es el equivalente al trovo de Las Alpujarras, con lo que yo crecí improvisando. Empecé en la música con cuatro o cinco años.


¿Y a la adolescencia?

Como todos los muchachos de mi generación descubrimos la música disco, Donna Summer, David Bowie, Michael Jackson, pero siempre íbamos además de la mano de la música tradicional cubana, Buena Vista Social Club, Omara Portuondo… Juan Luis Guerra también me hacía mucho bailar y pensar al mismo tiempo. Llevaba vida de joven el sábado por la noche y el domingo por la mañana hacía música de viejos (risas). Mi padre era repentista y en ese ambiente musical, literario y poético es donde me he criado, ahí sigo y es donde me gusta estar.


El primer disco que compraste fue…
“Días y flores”, de Silvio Rodríguez.


¿El último?
“Salvavidas de hielo”, de Jorge Drexler.


Tres discos de cabecera
¿Sólo tres? (risas) tengo muchísimos. Me encanta el jazz, el latin jazz, todos los trabajos del pianista cubano Harold López-Nussa, o los cantautores… ¡Cómo elegir sólo un disco de, por ejemplo,  Serrat, Sabina o Drexler!


Defínete con un estilo musical
Canción de autor. Cuando era más joven era muy bailón, ahora estoy más sosegado. Me gusta mucho la música que me hace pensar.


¿Qué canciones disparan tu imaginación?

El jazz, sin letra, me da un subidón creativo.


Cuando estás melancólico escuchas…
A Omara Portuondo, me produce nostalgia escucharla desde tantos registros diferentes. También  Olga Guillot. Incluso a Celia Cruz, que ponía en pie a bailar a todo el mundo. Tengo un hermano que es marinero. Traía clandestinamente las casetes de ella. En mi casa se bailaba mucho con Celia Cruz, que por haberse ido a EEUU estaba prohibida en Cuba. Con La Lupe pasaba algo parecido, estuvo prohibida en Cuba por marcharse a América. Conocí sus canciones cuando yo vivía ya acá, en España. Me gustan los boleros para esos momentos. Bola de Nieve es un monumento a la melancolía.  La tristeza no me incomoda, es un estado en el que escribo muy bien; es un catalizador literario.


¿Cuál es ese concierto que ya forma parte de tu ADN?

Son varios: con Sabina en el pregón de Cádiz en 2019, momento muy espectacular. Con Drexler en el Palau de la Música de Barcelona, otro que hicimos en La Habana en el Teatro Nacional de Cuba, ver a aquel teatro puesto de pie fue muy emotivo,  y otro con el gran Silvio Rodríguez.


¿Cuál es tu perversión musical?
El repentismo en sí ya es una perversión musical. (Risas).


¿Cómo definirías musicalmente lo que está pasando en el mundo?
Como un aquelarre musical, una mezcla indefinida de música con muy mal concierto.


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