Los clásicos nunca pasan de moda, pero ‘Ana la de Tejas Verdes’ sí vive una especie de redescubrimiento impulsado por la serie de Netflix ‘Anne, con una e’, pero basado también en el hecho de que el personaje nunca ha dejado de habitar en el corazón de los seguidores de aquella producción de los ochenta inspirada en la novela de Lucy M. Montgomery. Ahora el grupo editorial Edelvives recupera la novela original con ilustraciones del creador almeriense Antonio Lorente, quien confiere más humanidad si cabe a la historia de esta niña huérfana que va a parar, por error, a una granja donde nadie la espera.
Esta semana llega a las librerías
A principios de esta semana, llega a las librerías ‘Ana la de Tejas Verdes’, el tercer proyecto que comparten el ilustrador Antonio Lorente y Edelvives tras ‘Peter Pan’ y, en el sello Contempla, el libro ‘Genios. El eco fantasma de sus voces’, escrito por la autora María Jesús Lorente.
Aunque a día de hoy no hay prevista ninguna presentación de la obra debido a la pandemia del coronavirus, el ilustrador mantiene muy viva su cuenta de Instagram (@antonioilustrando), a través de la que informa diariamente sobre todas las novedades. Al cierre de esta edición, contaba ya con 17.600 seguidores.
La fascinación por todo el universo que rodea a esta pequeña de pelo rojo es tal que el lanzamiento del álbum ilustrado, a través de la página web del sello, agotó los ejemplares disponibles en solo cuatro horas.
“Tras el éxito de mi proyecto anterior con Edelvives, ‘Peter Pan’, no pensaba que esta historia iba a funcionar tan bien; pero cuando me la propusieron, empecé a investigar y descubrí que tenía muchos fans a ambos lados del Atlántico”, explica en una entrevista a LA VOZ Antonio Lorente.
La fiebre por Ana la de Tejas Verdes ha pasado de madres a hijas y, aunque es una novela ciertamente femenina, no deja de ser una historia universal y, por tanto, para todos los públicos. Tanto es así que Lorente confiesa que lectores masculinos se interesan por el libro poniendo la excusa de que es para su mujer.
Búsqueda
Después de documentarse sobre la época en que está ambientada la trama -finales del siglo XIX- y empaparse de la obra de Montgomery y de sus distintas adaptaciones a la televisión, Antonio Lorente inició una búsqueda interior y exterior hasta saber cómo dibujaría a esta niña imaginativa e inquieta que ha sufrido el rechazo toda la vida y que lo vuelve a padecer cuando llega a la granja de Tejas Verdes y se entera de que los hermanos Cuthbert esperaban recibir del orfanato a un chico que aliviase el peso de las labores agrícolas.
La personalidad de la niña estaba clara, pero el ilustrador -que a veces toma como referencia a personas de su entorno a la hora de crear sus personajes- necesitaba encontrar a una pequeña pelirroja que no aparecía. “Un día me asomé la balcón mientras esperaba a mi hermana y vi pasar a una madre con su hija pelirroja de la mano; fue solo un instante, porque bajé corriendo a buscarla y ya no la encontré. Partiendo de esa imagen pasajera me inventé a Ana, quien a lo largo del libro va creciendo hasta convertirse en una joven muy guapa, como el patito feo que acaba siendo cisne”, expresa.
El personaje que sí está inspirado en una niña real es el de Diana, alma gemela de la protagonista. “Es Adriana, hija de mi prima; cuando me leí el libro, vi claro que era ella”, apunta.
Conexiones
Con epílogo de Margaret Atwood ('El cuento de la criada'), la ‘Ana la de Tejas Verdes’ de Antonio Lorente y Edelvives cuenta con en torno a medio centenar de ilustraciones que recrean al detalle el momento histórico donde se encuadra, la moda de entonces -que recuerda a la estética de los amish- y los paisajes canadienses en los que creció Lucy M. Montgomery. No en vano, al final del volumen se incluye la casa en la que está inspirada la granja y se recrea la biografía de la autora que tiene conexiones con su ficción más célebre.
Como es habitual en las creaciones del almeriense, el simbolismo está muy presente en el proyecto. De hecho, Lorente juega con el concepto del viento como metáfora del torbellino que es Ana cuando llega a su nuevo hogar. Sin embargo, a medida que avanza la obra, el lector comprobará cómo ese aire huracanado que despeinaba sus trenzas poco a poco se va calmando. Al mismo ritmo que se apacigua la personalidad de la chica, que acaba fascinando a cuantos la rodean a través de su imaginación viva y su carácter despierto.
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