Si la tónica que venimos sintiendo y viviendo durante más de un años ya, nos mina desde la economía a la moral, el cambio educativo a la virtualidad impuesto por el virus del covid ha contribuido enormemente a esa fuga del alumnado hacia ninguna parte. No todo el profesorado es flexible como el junco y adaptable a tiempos diametralmente opuestos como los existentes hace ya más de doce meses.
Esa dificultad para el cambio está vaciando las universidades. El alumnado se resiste a “aguantar” a un profesorado que se dedica a leer a través de la pantalla del ordenador, sin más, bien ajeno a las cuitas tecnológicas, y sin tener en cuenta aquello que se llama “motivar a la población estudiantil”.
En la enseñanza media sucede lo mismo que en la universitaria. Pero como siempre, existen excepciones que confirman la regla. Una de esas excepciones se encuentra impartiendo clases en el IES Celia Viñas, Adrián Zapata. La asignatura -optativa- es Introducción a las artes escénicas y Expresión corporal, una de esas asignaturas que debieran ser troncales en pro de una sociedad más desencorsetada y flexible. Nos ahorraríamos mucho del veneno que se vierte en las redes si el cuerpo diera salida a esa rabia a través de la expresión corporal, mientras que gracias a ella el cerebro libera hormonas del placer como si lo fueran a prohibir.
Cada fin de trimestre Zapata muestra el trabajo de su alumnado. Nos tiene acostumbrados a mucho: nos llevó a bailar, cantar y delirar en una performance sobresaliente en el CAF, con los cuadros de Flores de Periferia como testigos junto al público que abarrotaba la sala.
Nuevamente el profesor hace diana con la elección musical. Ha elegido un tema bellísimo, lleno de sensibilidad de la Conchita cancionetista francesa: Dis, quand reviendras-tu?, de Barbara -cantante francesa de los años sesenta-, que da nombre al vídeo. La performance invita a una reflexión acerca de las ausencias en estos tiempos de distancia social.
La puesta en escena es impactante. Los colores solo el negro y el amarillo: el dolor y la locura. Adrián y su alumnado llevan al escenario la actualidad del momento covid -distancia social, aislamiento, viaje sin red al interior...-. La coreografía que en algunas escenas acompaña a la canción, es digna de una bailarina clásica contemporánea profesional, cuando lo cierto es que la chica, Rocío Bonillo, es estudiante de bachiller en tiempos de covid – que no es poco -. Hay mucho ya reconocible dentro de la iconografía de Zapata: los andamios, la languidez, las maletas, las telas inmensas casi sin fin...
Sólo queda desear que estas iniciativas se contagien sin vacuna alguna entre los directores de los centros educativos, profesorado, e incluso alumnado -indeciso- .
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