Un relato de espionaje para el debut literario del jurista Martínez Ruano

Hay ocasiones, muchas, en que la lectura de una noticia en un periódico deja una huella efímera, fruto de una lectura orientada a cubrir la necesidad de estar informado. Otras, en cambio, la noticia imprime una marca que perdura en el tiempo, sea emocional, intelectual o ambas. Y en solo unos pocos casos, muy pocos, los efectos en un lector trascienden hasta convertirse en el material narrativo que desencadena un proceso creativo cuyo resultado va más allá de la historia inicial. 

Esto último es lo que le ha ocurrido a Pedro Martínez Ruano (Granada, 1971) para decidirse a traspasar por primera vez la línea desde la escritura puramente académica de su faceta como jurista a la experiencia literaria de una primera novela. Infinito, un relato con trama de espionaje y elementos de novela negra que acaba de ver la luz editado en Caligrama, tuvo su chispa de encendido en una de esas noticias leídas por casualidad -en este caso en un diario nacional- sobre un presunto caso de corrupción en un ministerio, caso que, por otra parte, quedó en el limbo del olvido. 

Pero para que llegara a prender la llama antes hubo un combustible creativo. “Yo tenía como un album de recuerdos, un cuaderno de viaje hecho de vivencias y experiencias, se trataba de darle una forma novelada”, explica Martínez Ruano, profesor titular de Derecho Constitucional en la Universidad de Almería. El tiempo de confinamiento en la pandemia ha sido decisivo para dar curso a esta inquietud literaria plasmada en Infinito, una obra que se puede adquirir en librerías como Picasso, en Amazon, Casa del Libro y otras plataformas de distribución. 

La novela narra las peripecias de Peter Stern, un agente de inteligencia retirado cuya vida se ve agitada por los asesinatos del juez y del inspector de Hacienda que investigan el mayor caso de corrupción en el Ministerio de Defensa. Es una historia basada en un hecho real pero con nombres y datos ficticios que habla de corrupción, también de infidelidad, miedo, amor y traiciones, y en la que el final nos devuelve al punto de partida. En el trasfondo subyace la tesis de que “después de un proceso de transformación en el que uno intenta cambiarlo todo, volvemos a una situación muy parecida a aquella de la que partíamos”, señala el autor. 

Pedro Martínez se reconoce en la tradición de autores como John Le Carré o Graham Greene y engarza la trama de espionaje con una línea argumental tan o más importante que esta, la de las relaciones humanas, que cobran una gran fuerza en Infinito. “A veces la verdad es dolorosa y es un ejercicio honesto saber quiénes somos, qué queremos ser y qué hacer para conseguirlo”, enfatiza Ruano, quien apunta también cómo la novela muestra hasta qué punto “la inercia social y la inercia política son muy poderosas”. 

En la escritura de Infinito, cuyo final “es el final de un proceso pero no el final de la historia”, el autor ha empleado cerca de dos años, a lo largo de los cuales ha producido distintas versiones hasta llegar a la finalmente publicada. “No es solo escribir un relato, es un proceso de creación literaria y para quien empieza en esto y viene de otro tipo de escritura no es tan sencillo”, admite. Con todo, la experiencia para Martínez Ruano no ha podido ser más satisfactoria, al punto de que ya piensa en una segunda novela.