“En la Almería del XIX el surtido de las librerías era muy variado”

Carmen Aldehuela ha publicado un libro que radiografía cómo y dónde se leía hace dos siglos

Carmen Aldehuela, con un ejemplar del libro que acaba de publicarle la Editorial de la UAL.
Carmen Aldehuela, con un ejemplar del libro que acaba de publicarle la Editorial de la UAL. La Voz
Marta Rodríguez
07:00 • 21 nov. 2021

Carmen Aldehuela es bibliotecaria, funcionaria de carrera de la Junta de Andalucía y, desde 2013, trabaja sin prisa pero sin pausa en el Museo de Almería. Con experiencia docente e investigadora, su amor por los libros y la curiosidad por saber cómo y dónde leían nuestros antepasados la han llevado a sumergirse en los archivos, donde se mueve como pez en el agua. El resultado es el libro Lectores, libros, bibliotecas y librerías en la Almería del siglo XIX, que acaba de publicar la Editorial de la Universidad de Almería (UAL).



¿Leían más los almerienses del siglo XIX que los del XXI?



No, partimos de un momento de nuestra historia en el que la práctica de la lectura en general era bastante exigua y de un mundo provincial muy condicionado por el analfabetismo. Estas dos realidades son incuestionables, pero también es cierto que existieron una serie de circunstancias sociales y culturales con protagonismo de la lectura oral y colectiva, que si no nos llevan a reconsiderar dicha realidad, sí que nos aportan matices importantes.



Los testimonios escritos y demás fuentes documentales nos descubren que el número de ciudadanos que, de una forma u otra, conectaban con los libros y sus contenidos era mayor de los que esperábamos al iniciar esta investigación. La base social lectora en Almería no estaba formada solo por una pequeña élite de intelectuales, sino que era algo más amplia.



¿Y cuál era el perfil de aquel lector?



Si atendemos al perfil socio-profesional de los lectores almerienses de la época, aunque constatamos que el grueso de las bibliotecas privadas estaban en manos de los eclesiásticos y de la clase media burguesa (profesionales, políticos y comerciantes), también hemos podido comprobar que el porcentaje de artesanos con libros no era desdeñable.



Los inventarios post mortem analizados también nos han permitido encontrar algunos libros entre las pertenencias de pequeños agricultores y colonos.



Si viajásemos a esa Almería decimonónica, ¿qué librerías nos encontraríamos en un paseo por la ciudad?

En estos años la distinción entre impresor y librero no estaba marcada aún en España y menos todavía en una pequeña capital de provincia como lo era Almería. Nos encontramos con pequeños negocios de estructura familiar, empresas modestas, a menudo instaladas en mismo domicilio que habitaban sus propietarios. Su impulso comenzó a partir de 1834, con las medidas liberalizadoras de tipo legislativo y económico emprendidas por el Estado. En la ciudad de Almería, a partir de esas fechas son cinco las imprentas-librerías que localizamos e irán aumentando en número según van pasando los años.


Si viajáramos en el tiempo y pudiéramos pasear por aquella Almería decimonónica, nos encontraríamos en plena zona comercial la librería Vergara y compañía. También Casa de Comercio de Libros, suscripciones y periódicos, situada en el número 13 de la Plaza Marín, abierta entre 1835 y 1852 y regentada por un librero comprometido con las ideas liberales de la época que participaba de forma activa en las acciones culturales de la ciudad.


Cerca de allí podríamos visitar la librería e imprenta de Manuel Santamaría, situada en la calle de Las Tiendas, 59. Más adelante, en la calle Real podríamos ojear libros en la muy popular imprenta y librería de Mariano Álvarez que unos años más tarde se trasladaría a la calle de Las Tiendas.


¿Y qué libros podríamos adquirir en ese viaje en el tiempo?

En la librería de Vicente Duimovich, también situada en la calle de Las Tiendas, podríamos adquirir alguna de las novelas románticas más leídas por aquellos años, como por ejemplo Nuestra Señora de París de Víctor Hugo.


Otra librería interesante para visitar sería la de Antonio Cordero instalada primero en la calle Careaga y a partir de 1856 en la calle Real. Por último, no nos podríamos perder la imprenta-librería de José Vicente Sangerman, situada en la calle Arráez, que también funcionaba como agencia de suscripción y papelería. De ella salieron diversas publicaciones periódicas, obras literarias de autores locales e incluso estampas y coplas.


En general, el surtido de las librerías era muy variado. Además de libros, se vendían todo tipo de literatura menuda, almanaques, comedias, sainetes, libretos, folletos, cartillas, catones, obras de teatro, operetas, zarzuelas, reglamentos, prensa periódica, revistas, etc.


Del periodo que aborda en su libro proceden las llamadas Bibliotecas Populares, ¿qué eran y dónde se encontraban?

Las Bibliotecas Populares fueron puestas en marcha en toda España por el gobierno progresista del llamado Sexenio Democrático. En Almería, las primeras asignadas se localizaron en los municipios de Berja, Adra, Laujar de Andarax y Tabernas. El objetivo de todas ellas era complementar la alfabetización. Se ubicaron en escuelas de Instrucción Primaria y eran los maestros los encargados de atenderlas, pero no eran bibliotecas escolares, estaban a disposición de todos los vecinos.


La falta de continuidad en los años que siguieron a la creación de estas bibliotecas y la ausencia de una selección bibliográfica acorde con los gustos lectores del público a quienes iban dirigidos estos libros, no ayudaron a su desarrollo y consolidación.


También a esta época se remontan los inicios de la Biblioteca Provincial de Almería, la actual Villaespesa, ¿cómo surgió? 

La implantación del sistema liberal en toda España estuvo fuertemente marcado por el ideario de la filosofía ilustrada y las bibliotecas eran consideradas instituciones formativas necesarias. Por tanto, la creación de las Bibliotecas Provinciales a partir de 1840 fue voluntad del Estado y de una minoría influyente de intelectuales. 


La Biblioteca Provincial de Almería se crea hacia el año 1847, pero sin edificio propio. Ocuparía una sala espaciosa con cuatro ventanales de la primera planta del Instituto de Segunda Enseñanza (actual Escuela de Arte) y, por diferentes peticiones oficiales de sus bibliotecarios a lo largo de los años, sabemos que se intentó de forma reiterada su instalación en un edificio propio e independiente, algo que no se conseguiría hasta un siglo más tarde, en 1947, cuando se traslada al Paseo de Almería y recibe el nombre de Biblioteca Francisco Villaespesa.


Su libro permite al lector adentrarse en la intimidad de los hogares almerienses y observar por una mirilla su hábito lector. ¿Dónde y cómo se leía en el ámbito familiar?

Gracias a la documentación notarial conservada entre el rico fondo documental del Archivo Histórico Provincial, hemos podido estudiar numerosos testamentos e inventarios post mortem de ciudadanos almerienses que en el siglo XIX legaban sus bibliotecas a familiares y amigos. También el análisis de esta documentación nos ha permitido comprobar que las bibliotecas no solían limitarse a una estancia de la casa, los libros se encontraban en el despacho, las alcobas, la habitación del huerto o en el corredor o galería de la casa. Conocer su ubicación nos ha ayudado a comprender los diferentes usos de los libros.


Hemos contado también con testimonios que nos muestran cómo se leía. Por ejemplo, cómo era la lectura nocturna en una familia burguesa que frecuentemente se reunía alrededor de un candelero con bujía encendida para leer y escuchar las noticias del día. Se leía también en los cafés, se escuchaban lecturas en los gabinetes de lectura de las sociedades culturales, pero también en otros espacios de sociabilidad como eran las plazas y calles.


En el libro se ocupa de las bibliotecas propiedad de mujeres, pero ¿cómo era la lectura femenina en Almería?

La lectura femenina solía tener un perfil propio, fruto de una educación diferenciada y la mayoría de las lectoras se concentraban en los niveles económicos más altos. Con nuestro estudio hemos comprobado, por ejemplo, que era en las bibliotecas privadas femeninas donde se concentraban la mayoría de los libros de autoría femenina. Las mujeres del siglo XIX descubrieron lo que otras mujeres escribían.


También hemos comprobado que, a pesar de la mentalidad de la época, ellas en situaciones adversas, como podía ser la muerte del esposo, no dudaban en ponerse al frente de los negocios libreros, convirtiéndose también en promotoras de riqueza cultural y económica de la ciudad. En el libro recogemos el caso de las librerías de la viuda de Cordero, la viuda de Duimovich, y la librería de la viuda de Santamaría.


¿Hasta qué punto los libros y la lectura llegaron a estar integrados en la sociedad almeriense?

Es bien sabido que el libro es un valioso vehículo de transmisión y comunicación y, a lo largo de la historia, ha ayudado al cambio de mentalidades, a la circulación de las ideas y a la comprensión del mundo.


Además, en el siglo XIX la cercanía del impreso barato y el atractivo de una prensa periódica cada vez mas abundante y próxima al lector, pudieron activar de forma más intensa entre el grueso de la población esa necesidad y curiosidad por acceder de forma individual a sus contenidos, sin intermediarios. Todo ello hizo propiciar cambios, aparte de una disposición más favorable para adquirir la habilidad lectora y comenzar a relacionarla con la idea de progreso.


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