Los seres humanos no son de bronce ni de cera, pero la esencia de lo humano puede quedarse atrapada en un trozo de metal. Para eso, es necesario asumir que la Humanidad está sometida al paso del tiempo como todo lo que está vivo y que la inmanencia del bronce, la persistencia de lo que muestra una escultura, es inamovible. Solo cambia la interpretación, la forma entender la obra a lo largo del tiempo.
Lo difícil es trasladar algo de esta descomunal dimensión efímera de lo humano a la inalterable consistencia de un trozo de aleación metálica. Javier Huecas, pintor y escultor de lo humano, tiene siempre en su estudio una nueva estrategia estética y argumental para expresar cosas que tienen que ver con las mujeres y los hombres. Una nueva idea que, tarde o temprano, desemboca siempre en la ternura que es la razón última que permite perdonarlo casi todo. Aunque sean muchas las terribles consecuencias de lo humano, aunque parezca estúpida, incluso, la errática evolución de la Historia.
Dice Javier que ahora todo el mundo quiere ir a todas partes. Todos quieren subir al Everest o viajar a Thailandia. Sin embargo, la belleza natural es inasible, inalcanzable. Por eso, el artista se sumerge en la creación en busca de lo bello. Todo lo demás es mera evasión. A veces, una distracción que no pasa de superficial. Cuando el camarero trae lo que se la he pedido, las abigarradas formas de las porras parece que también quieren decir algo sobre la condición humana, pero es solo un momento de debilidad, una fantasía pasajera. En el fondo, lo que sucede es que la conversación ya está desbocada entre las contradicciones del mundo actual y la pervivencia de mitos arrebatadores por su belleza y teorías incompletas cargadas de esperanza.
No es necesario, en modo alguno, recordar una definición del Arte que venga a cuento. Después de décadas de trabajo en la soledad del taller, no parece necesario acotar el concepto de la creatividad artística en un puñado de palabras. Eso está bien para las aulas, en las que Javier se ha pasado toda una vida como profesor. Ahora, ya concluida esa etapa, las inquietudes no necesitan etiquetas. El artista maneja las palabras convencido de que cualquier día sería posible encontrar nuevas ideas con las que completar la definición de Arte. La conformación de la vida del artista.
Por ejemplo, un hombre lleva a su hijo en brazos. El niño levanta la mano queriendo coger la estrella de la que su padre le ha hablado. El espectador no ve la estrella porque no está materializada. Está solo en la acción representada, en la poética del bronce. Nadie está obligado a tener razón. Pero, al menos el artista puede generar un espacio sensitivo y cognitivo en el que la verdad no necesita demostración. Javier Huecas está convencido de que la Ciencia está al otro lado de la intuición artística, aunque puede que ambas lleguen al mismo punto. La Ciencia, transformando la Naturaleza; la intuición artística, reinventándola. Los churros se han acabado antes que la conversación. Javier habla de su estudio, de su intimidad creadora como si fuese una amante que se echa de menos.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/5/vivir/228862/habibi-la-verdad-y-la-poetica-del-bronce